DESCUBRE EL PODER DE LA MEDIACIÓN, por Mayte López

DESCUBRE EL PODER DE LA MEDIACIÓN, por Mayte López

Descubre el poder de la mediación

Por Mayte López

 

¿Tienes un conflicto con tu jefe o algún compañero de trabajo?, ¿Tu hijo tiene problemas con compañeros en el colegio?, ¿No encuentras solución a los conflictos en tu comunidad de vecinos?, ¿Estás inmerso en un proceso de divorcio y no lográis llegar a un acuerdo?

La respuesta a todas estas preguntas es clara:

Hablando se entiende la gente

Para evitar acudir a los tribunales y encontrar solución a estos y otros tipos de conflictos, la mediación se presenta como una herramienta muy útil y efectiva. Te ahorrará juicios, dinero, estrés y preocupaciones.

Gracias a la mediación, y la función facilitadora del mediador, se produce el diálogo y se alcanza una solución beneficiosa para ambas partes.

Recuerda que la mediación es un proceso que garantiza la confidencialidad de la información que compartas. Lo que se dialogue no saldrá de esa habitación, o de esa videollamada en el caso de la mediación online. Esto te permitirá hablar con libertad, sin miedo y practicar la empatía y comprendiendo no solo tu postura sino también la de la otra parte.

Es un proceso flexible que se adapta a ti, respetando tu tiempo y agenda, donde podrás dialogar de forma natural, sin presiones. Así, se llega a una solución satisfactoria para todos.

Por ejemplo, se ha demostrado ser exitosa en casos de divorcio o custodia de hijos, evitando las sesiones judiciales y el daño emocional que éstas pueden causar a los menores. También en el ámbito profesional evita pleitos y, en el contexto escolar, la mediación goza de gran aceptación por las soluciones que ofrece.

¿Vale la pena la mediación?

Totalmente.

Mi experiencia me mostró que la mediación no solo es un método rápido y eficaz para resolver conflictos, sino que también evita los costos de un proceso judicial, donde un juez tomaría decisiones por ti, y no tú.

No siempre es cuestión de quien tiene la culpa, sino de saber dialogar y resolver el conflicto entre las partes. Cada persona tiene sus razones y, en este sentido, el mediador facilita el proceso para alcanzar un acuerdo.

Si tienes un conflicto que parece no tener solución, te recomiendo que pruebes la mediación, porque…

 

“La mediación es el arte de crear puentes en lugar de muros”.  

Anónimo

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Agradece, lucha, y sueña. Yolanda Mármol

Agradece, lucha, y sueña. Yolanda Mármol

Agradece, lucha,

y sueña.

 

Por Yolanda Mármol

Muchas veces, tenemos que llegar a limites insospechados

para darnos cuenta de lo realmente importante,

y solamente es una cosa: LA VIDA.

Muchas veces, decidimos cambiar cuando nuestro cuerpo ha alcanzado cotas de dolor y sufrimiento inmensas, que solamente nuestra ALMA puede rescatarnos y salvarnos. El resto solamente DIOS (llámese energía, universo, naturaleza, etc.) lo sabe.

Muchas veces, tenemos que perdonar cosas a los demás que jamás nos perdonaríamos a nosotros mismos, si queremos estar en paz y reducir nuestro dolor físico y emocional.

Muchas veces, la vida es puñetera y cuando empiezas a conseguir sueños, la vida te quita el sueño.

Muchas veces, la vida te aleja de personas que en el fondo quieres y te quieren porque existe el libre albedrío y cada persona sabe hacer las cosas a su manera, ni peor ni mejor, sino diferente.

Muchas veces, tienes que ver y sentir la oscuridad para encontrarte con seres de luz.

 

 

Muchas veces, tienes que aparentar ser fuerte si quieres que tu fuerza interna aflore.

Muchas veces, Dios parece muy injusto, pero en los sucesos negativos afloran las bellas personas, se reaviva el alma de mayor pureza y logras perdonar a todos de corazón, que es la única manera de perdonar.

Muchas veces, odiamos, pero desde el odio solamente habrá caos en nuestra vida. Aun incluso, aunque todo lo de fuera esté bien, en nuestra soledad habrá caos. El caos es interno y no, externo.

Muchas veces, he conocido personas con caos impresionantes y felices (o en paz), y personas con entornos y vidas equilibradas, pero con almas en pena.

Muchas veces, podemos ser tan caóticos y desdichados que necesitamos historias tan duras de soportar para darnos cuenta de lo efímera que es la VIDA, de lo “insignificantes” que somos como seres humanos, a nivel egocéntrico.

 

Muchas veces, he reflexionado y sentido, pero otras tantas, he sobrevivido en soledad con el frio y el silencio como testigo. Porque cuando estás sobreviviendo, literalmente hablando, la reflexión pasa a un segundo plano. ¡Ya habrá tiempo para la reflexión!

Muchas veces, he perdonado cosas y me he dado cuenta de lo sanador que es el perdón, pero como ser humano, soy consciente que aun me quedan cosas que perdonar, y al otro, también. Andamos juntos en esta isla de perdones pero cada cual tiene su trabajo particular.

Te he hablado de muchas veces, pero siempre aprendemos en el dolor y, no con ello quiero decir que tenga que haber dolor para aprender, pero el ser humano es caprichoso y egocéntrico, y necesita una espina muy dolorosa para convertirse en una mejor versión de sí mismo.

Y siempre, hay que dar las GRACIAS, porque si agradecemos es señal de que estamos vivos. Y la vida, a pesar de sus injusticias, es agradecida, lucha por el ser humano y su integridad.

 

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MENTES ABIERTAS

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¿Conoces la educación social?, Mayte López

¿Conoces la educación social?, Mayte López

¿Conoces la educación social?

Por Mayte López

 

Si no eres maestra, ¿Qué eres entonces?

Soy Educadora Social.

No hace mucho, realizando unas prácticas de Educación Social en un Instituto, me preguntó una alumna de 1º de la E.S.O.:

 Si no eres maestra, ¿Qué eres entonces?

– Soy Educadora Social.

«El educador y la educadora social son profesionales que llevan a cabo una acción socioeducativa con personas y/o grupos…promueve la educación a lo largo de toda la vida a través de la participación y el desarrollo del espíritu crítico» (Bas-Peña, Pérez-de-Guzmán y Vargas Vergara, 2014) La educación social facilita y ayuda, a través de la acción educativa, a la integración de todas las personas en la sociedad. Por ello, no hay que confundirlo con el Trabajo Social, que mediante la vía asistencial materializa la integración económica de las personas en situación de vulnerabilidad. ¿Quién dispone de la capacidad y competencia para educar? Desde la infancia, es evidente que es labor de los padres y madres. Cuando están en edad escolar, pensamos que la labor sigue correspondiendo a los padres y madres, pero también interviene el colegio, y cuando son mayores pensamos que ya estamos educados y listos para movernos en la sociedad. Lamentablemente, no siempre es así, y por multitud de motivos no sabemos transitar, de forma positiva, por la etapa de la infancia y posteriores desarrollos.  

En el colegio, los maestros están capacitados para enseñar las diversas materias exigidas en el sistema educativo vigente, pero no lo están para la enseñanza social y emocional compleja, ya que sus estudios universitarios cubren las competencias de enseñanza y aprendizaje de materias educativas curriculares, donde la educación social no está sistematizada ni presente. En la etapa adulta, no todos han adquirido las competencias sociales y emocionales necesarias para actuar en sociedad, y he aquí, donde son más observables los graves problemas que pueden derivarse para las personas y para la sociedad. Actualmente, son muchas las noticias diarias en las que asistimos a casos de acoso escolar, laboral, violencia de género, peleas callejeras, violaciones, faltas de respeto, etc. La clave es la educación social. Porque somos seres sociales y debemos educar y ser educados para aprender a vivir en sociedad, respetando las normas y a las personas. En el año 1991, nace la profesión de la Educación Social, una carrera universitaria que dota de la capacidad y competencia suficiente para realizar la labor pedagógica-social. Nace la profesión de Educador/a Social.  

El 2 de octubre se celebra el

Día de la Educación Social.

Es una profesión joven, pero ya tiene más de 30 años de existencia y a pesar de ello, es bastante desconocida.

¿Cuántos educadores sociales conocéis? ¿Cuántos educadores sociales están en los equipos escolares? Son muchas las Comunidades Autónomas las que ya empiezan a legislar de forma que la figura del Educador Social esté presente en los centros escolares, en las diferentes etapas educativas, si bien son pocos los centros que tienen en su plantilla a estos profesionales tan necesarios. El Educador también trabaja en otros campos, diferentes a los centros escolares:

  • Intervención socioeducativa en el contexto familiar y laboral.
  • Educación para el ocio y tiempo libre
  • Educación ambiental, salud, intercultural, etc.
  • Educación de adultos y personas mayores
  • Acción socioeducativas con minorías y grupos desfavorecidos
  • Medicación social, cultural y educativa

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La culpa fue de Thelma y Louise, Mar Montilla

La culpa fue de Thelma y Louise, Mar Montilla

La culpa fue de Thelma y Louise

Por Mar Montilla

Entiendo que este enorme país despierte amores y odios a partes iguales.

Aunque Forrest Gump tuvo algo que ver, las principales culpables fueron Thelma y Louise. Y si tuviera que afinar más escogería una escena que se produce cuando la trama está llegando a su impactante final y Thelma pregunta: «¿Dónde estamos, Louise?» a lo que su amiga responde: «No lo sé. Será el dichoso Cañón de Colorado». «Vaya… ¡Es precioso!». Ahí, justo ahí, me enamoré de ese polvoriento paisaje bermejo y decidí que lo contemplaría con mis propios ojos algún día. No es un viaje barato, o sea que tuve que esperar años para satisfacer mi deseo. Y ya puestos a recorrer la costa oeste de Estados Unidos, visité también Los Ángeles (California) y Las Vegas (Nevada).

Reconozco que no todo en Los Ángeles resultó tan maravilloso como imaginaba. Me hacía gran ilusión deambular por el Paseo de la Fama, y esta experiencia resultó  frustrante. Pese a las dos mil estrellas rosadas de cinco puntas, cada una con el nombre de un personaje célebre escrito en su interior, con letras doradas, dicha avenida no deja de ser una acera normal y corriente, bastante sucia, por cierto. Pasar por delante del hotel en el que se rodó Pretty woman, en Sunset Boulevard, sí que tuvo su gracia, lo admito. Pero lo más emocionante para mí, con diferencia, fue pasear por Venice Beach —donde se rodó The Doors— y por el muelle de Santa Mónica, sintiendo en mi cara la brisa de la playa californiana.

¿Y cómo definir Las Vegas? Decir que se trata de un continuo estallido de luz y color es quedarse corta. No era mi destino preferido, aun así, consiguió deslumbrarme. Los estímulos visuales y auditivos eran constantes. No sabía hacia dónde dirigir la mirada. Entretenida para un rato, estresante para una vida. 

Tras este interesante preludio, ¡por fin estaba a punto de cumplir mi sueño! Era tan poderoso mi anhelo que temí que me decepcionara. No lo hizo. No lo hizo en  absoluto. De hecho, superó con creces mis expectativas. No hay solo un cañón, hay montones, cada uno con sus características geológicas distintas, a cual más hermoso. 

Sobrevolé el Gran Cañón de Colorado en avioneta; recorrí Monument Valley subida en Jeep, sintiendo en el rostro y en el cuerpo el polvo y el calor del desierto de Arizona; toqué la fina arena rojiza de Antelope Cañón; me senté en lo alto de un precipicio para observar el Powell Lake; me asomé al encanto frío del Bryce Cañón, en Utah; y a la grandeza interminable del Zyon Cañón.

De Estados Unidos me repelen muchas cosas, y puedo explicar alguna anécdota que aclarará a qué clase de cosas me refiero: un tipo con sombrero y botas de cowboy y andares chulescos, con la empuñadura de una pistola asomando del bolsillo trasero de sus vaqueros, por ejemplo. Lo vi yo misma, merodeando tan tranquilo por los alrededores del supermercado del que acababa de salir. Y muchos otros temas que no mencionaré porque no terminaría nunca.

Entiendo que este enorme país despierte amores y odios a partes iguales. Lo que a mí me cautivó fue su naturaleza salvaje, tan impresionante que logró hipnotizarme y hacerme olvidar todo lo demás. Kilómetros y kilómetros de tierra cuya textura va cambiando. A ratos color crema, con matojos aquí y allá; después aparece algún que otro árbol de Joshua o perrito de la pradera; más tarde la superficie se viste de unos tonos rosados, terrosos y verdes; luego bosques y más bosques repletos de abetos. Todo de una belleza inconmensurable que te deja boquiabierta y con pupilas dilatadas.

Gracias, Thelma. Gracias, Louise. La espera mereció la pena.

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MENTES ABIERTAS

Menos palmas y más nueces, Cristina Martínez Martín

Menos palmas y más nueces, Cristina Martínez Martín

  Menos aplausos y más nueces

Los sanitarios siguen sin conseguir lo que necesitan

 Por Cristina Martínez Martín

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante la pandemia se convirtieron en nuestros héroes.  A las ocho de la tarde, los españoles nos asomábamos a las ventanas y balcones para aplaudir a los sanitarios.  No era para menos.  Se estaban jugando la vida contra ese covid que tantas vidas se llevó por delante, entre otras, las de los más expuestos al contagio, las suyas…

La batalla al principio era desigual.  Ni siquiera tenían equipos de protección adecuados para combatir aquella virulencia.  No por eso desertaron de sus puestos.  Los sanitarios hicieron gala durante ese periodo fatídico de una ejemplar profesionalidad, de sacrificio personal y de una disposición y generosidad que nos dejó a todos deslumbrados.  En ese periodo en el que las vacunas todavía no habían aparecido eran nuestra única tabla de salvación. 

El peligro ha pasado.  Las vacunas están venciendo al covid, hemos enterrado a nuestros muertos y volvemos poco a poco a nuestra vida de antes.  Ya nos hemos olvidado de los héroes y estamos dispuestos a convertirlos en villanos al juzgar que no nos atienden como merecemos. 

Los españoles tenemos la memoria flaca y olvidamos pronto los favores.  Reconozcámoslo.  Nos fastidia ver a los sanitarios manifestarse para pedir mejoras salariales y nos irrita que hagan huelgas y falten a sus puestos de trabajo o que no nos atiendan con tiempo cuando vamos a consultarles. 

En el pasado, para ser médicos había que tener padres ricos. Esa carrera, además de larga y dura, consumía muchos recursos.  Los médicos, en la mente del colectivo español, eran todos unos señoritos.  En la actualidad, ya no es una opción sólo al alcance de los hijos de padres pudientes, sigue, no obstante, consumiendo recursos al por mayor y exige unas notas sobresalientes en el bachillerato. 

Y, si para empezar se necesitan esas notas brillantes, para continuar, la fortaleza de un cosaco, y para terminar y lograr un puesto de trabajo, luego hay que aprobar exámenes dignos de las olimpiadas…

Evidentemente, muchos abandonan en mitad del camino.  De modo que los que llegan a ostentar ese título y nos reciben cuando estamos enfermos lo han recorrido a base de vencer el cansancio extremo y el desaliento.  Y ¿qué se encuentran al llegar a la meta?  Pues, unos sueldos que no han aumentado desde hace treinta años, una masa de trabajo inasumible, menosprecio por parte de las autoridades, frustración por no poder ocuparse en condiciones de los pacientes e irascibilidad e incluso a veces agresividad por parte de quienes no entienden por qué antes se les atendía tan bien y ahora no tanto…. 

Mientras que nuestra sociedad ha evolucionado y los antiguos trabajadores: electricistas, fontaneros, albañiles, mecánicos y demás trabajadores de mono azul han ido dignificando sus salarios, los antiguos señoritos del espectro sanitario, han ido viendo como su situación iba menguando hasta ganar en la actualidad mucho menos que cualquiera de los de mono azul.  No es de extrañar que muchos se vayan a trabajar allá donde se le paga acorde con su trabajo y estudios.  Lo cual vuelve a ser otra sangría para el Estado puesto que en la formación de ese personal sanitario ha sido invertido mucho dinero.  

La sanidad pública española ha sido un modelo del que podía presumir nuestra democracia.  La excelente formación de nuestros sanitarios está fuera de dudas.  A los países menos estúpidos que el nuestro les encanta recibirlos con los brazos abiertos…  

Ahora bien, nuestra sanidad ha sido un coladero para todos los habitantes del planeta. Miles de ciudadanos de otros países venían y vienen a España para hacerse operar y cuidar gratis.  Nuestra generosidad es modélica, pero implica un derroche y una sangría para el Estado.  Y no hablo por hablar.  Conozco a unos canadienses que vinieron a hacerse operar del corazón y luego recibieron el costoso tratamiento correspondiente, todo gratis, porque en Canadá, uno de los países más ricos del mundo, al no haber cotizado a la seguridad social no tenían derecho a su sanidad y esa operación y tratamiento les habría costado los dos ojos de la cara.

Ésa es la situación.   Así que, por favor, en lugar de tantas palmas, lo que nuestros sanitarios necesitan ahora es que nos manifestemos a su lado y exijamos sueldos acordes a su formación y esfuerzo.  Sueldos dignos y horarios compatibles con una vida decente.  Y que se queden en su país, el nuestro.

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