CHRIS EL-BAHR

CHRIS EL-BAHR

CHRIS EL-BAHR

Entrevista

METAMORFOSIS DE UNA REINA DE LOS SUBURBIOS

Por Mar Montilla

Cuando estaba embarazada deseé — con todas mis fuerzas — que el fruto de mi vientre fuese un varón, ¿sabéis por qué? Porque quería enfrentarme al reto de educar a un hombre a mi manera, transmitiéndole una mentalidad abierta y feminista. Mi anhelo se cumplió y logré mi objetivo. ¡Vaya si lo logré!

Es para mí un orgullo entrevistar a Chris El-Bahr, mi hija.

1. ¿QUIÉN ES CHRIS EL-BAHR?

Chris El-Bahr es una soñadora de veintitrés años, llena de aspiraciones y proyectos de vida. Con inclinaciones artísticas y espíritu activista, trata de transmitir su mensaje a una sociedad aún muy atrasada en lo que a la inclusión del colectivo LGTBIQ+ —y sobre todo de la comunidad transgénero— se refiere.

2. A LOS 13 AÑOS LE CONFESASTE A TU MADRE QUE TE GUSTABAN LOS CHICOS. ¿CÓMO VIVISTE ESE INSTANTE?

No fue fácil. No porque pensara que mi madre iba a rechazarme, sino por el hecho trascendental de aceptar, por primera vez en la vida, que yo no formaba parte de la supuesta «normalidad» que la sociedad impone. Lloré mientras se lo decía, lloré mucho, muchísimo, pero ella me abrazó con fuerza, para consolarme. Me dijo que me quería tal y como era, y que podía contar con su apoyo total y absoluto.

3. ¿CÓMO HA SIDO LA RELACIÓN CON TU ENTORNO DESDE TU INFANCIA HASTA HOY?

La relación con mi entorno ha sido complicada, a pesar de tener el amor y el apoyo de personas muy cercanas. Mucho antes de identificarme como gay, los niños del colegio al que iba ya me llamaban «maricón» y me pegaban. Se reían de mí por no saber jugar al futbol, por tenerle miedo a la pelota. Me daban balonazos en la cara y en el estómago. También se burlaban por apuntarme a danza, por ejemplo.

En Secundaria fue aún peor. A los trece años «salí del armario» y eso marcó un antes y un después en mi vida. En un instituto bastante problemático y donde los chicos tenían una masculinidad gigante, hacer esa declaración fue como una sentencia de muerte. Las mofas eran constantes, y el bullying que sufrí fue muy duro. Hasta que llegó el día en el que me cansé, y con tal de sobrevivir en ese ambiente, tuve que masculinizar mis modales. Me junté con chavales de mala reputación para que el resto empezara a respetarme. Eso me hizo ganar confianza en mí misma y plantar cara a aquellos que me humillaban. Pero a la vez me llevó a meterme en líos, a repetir varios cursos y a abandonar el instituto sin terminar la ESO, en cuanto cumplí los dieciséis años.

En casa tampoco era todo perfecto. Mi padrastro, un musulmán de ideas tradicionales, al que yo consideraba mi padre,  nunca aceptó que yo no me comportara «como un hombre». Mi orientación sexual y mi identidad de género se convirtieron en temas tabú. No podía ser libre ni en mi casa, ni en la calle. No me sentía libre en ningún espacio de mi vida. Por suerte eso quedó atrás. A los dieciocho años retomé los estudios en otro instituto, fuera del entorno de mi barrio, y conocí a gente a la que le daba igual lo que fueras y te aceptaban sin ningún tipo de problema. Hice el Bachillerato. Pocos años después, a raíz de conocer a mi pareja, empecé a frecuentar espacios y asambleas LGTBIQ+ y a crearme mi propia red de amistades y de apoyo. Las cosas cambiaron a partir de entonces, sobre todo cuando mi padrastro nos abandonó, a mi madre y a mí, para regresar a Marruecos.

4. ¿CON QUÉ PRONOMBRES TE IDENTIFICAS?

Hace unos años comencé a identificarme con el pronombre femenino —ella— y el neutro —elle—. A día de hoy y después de un proceso de cambios en cuanto a mi identidad de género, prefiero identificarme únicamente con el femenino.

5. ¿QUÉ ES EL GÉNERO NO-BINARIO?

Nuestra sociedad actual está basada en un binarismo de género, en la creencia de que tan solo existen dos géneros —hombre y mujer—. Las personas que se consideran no-binaries son aquellas que no se identifican ni como mujeres ni como hombres, sino más allá de lo binario. Dentro de esto puede haber varias identidades de género, o bien identificarse como no-binaries, sin más. Desde que se empezó a escuchar más este término, mucha gente cree que una persona no-binarie se identifica como hombre y como mujer, o a medio camino entre las dos categorías. Esto es falso y es una construcción hecha por una sociedad que no puede comprender que haya identidades de género que nada tengan que ver con esa dualidad. También puede deberse a la creencia de que las personas no-binaries tienen una apariencia muy andrógina, pero aquí deberíamos diferenciar entre identidad de género y expresión de género. Una persona puede identificarse como femenina y tener una expresión de género —forma de vestir, apariencia, rol, comportamiento— muy masculina o andrógina, por poner un ejemplo.

Además, erróneamente se cree que las identidades no-binarias son un hecho actual y post-moderno, y sin embargo existen desde los inicios de la humanidad. En la mayoría de las culturas originarias, tener una persona no-binaria en la familia era símbolo de bendición y estas personas siempre eran asociadas al mundo espiritual y místico, y tenían un estatus muy importante en la comunidad. En la India, por ejemplo, como en el hinduismo se habla del «tercer sexo» —así lo denominan ellos— desde siempre se ha aceptado legalmente esta tercera identidad de género que puede figurar hasta en documentos oficiales.

6. ¿CUÁNDO SUPISTE QUE ERAS TRANS?

Creo que siempre lo intuí. Nunca he encajado con los chicos o los hombres, ni siquiera con aquellos que son gays o que tienen una masculinidad más deconstruida. Me sentía diferente a ellos en todo. Pero no fue hasta tener más o menos dieciocho años, que leyendo sobre el tema, descubrí las identidades no-binarias, y eso me dio el impulso para desprenderme de la etiqueta de «hombre» y descubrirme a mí misma como lo que soy.

Luego tuve un proceso de transición personal de varios años —que aún dura y probablemente seguirá— que me ha servido para darme cuenta de que no me identifico como no-binarie, sino como mujer trans. No niego que la etiqueta anterior me representara durante un largo tiempo —la identidad de género es algo muy personal, complejo e incluso cambiante a veces—, pero lo cierto es que desde que me acepté a mí misma como mujer trans, todo ha cobrado sentido en mi vida. Me siento en paz, en armonía conmigo misma, y más feliz que nunca.

7. ¿HAS SIDO VÍCTIMA DE ALGÚN DELITO DE ODIO?

Sí, más de una vez y de dos. Cada cierto tiempo sucede algo. Me insultan por la calle, murmuran cosas a mi paso, o me comentan por las redes sociales. Y no solo eso. Desde que comencé a transitar y adopté una apariencia más femenina, el acoso que recibo por parte de hombres cisgénero y heterosexuales es realmente brutal y asqueroso. Tanto en la calle, donde más de una vez me han seguido hasta casa o me han susurrado palabras soeces, como a través de las redes sociales, donde recibo mensajes diarios con comentarios sexuales o fotos de sus genitales. Es alarmante la cosificación por parte de los hombres heterosexuales hacia las mujeres o hacia aquellos sujetos con apariencia femenina.

Lo más grave ocurrió hace casi un año, en Barcelona. Durante una sesión de fotos, en plena calle, un grupo de unas diez personas nos rodeó y empezó a insultarnos, con amenazas de muerte incluidas. Nos dieron empujones y trataron de robarnos el equipo fotográfico. Justo en ese momento apareció la policía, por casualidad, una cosa llevó a la otra y hasta tuvimos que ir a juicio, por culpa de esa gente. Recuerdo todo aquello como una de las peores experiencias de mi vida.

8. ¿PUEDES EXPLICARNOS LA DIFERENCIA ENTRE CISGÉNERO, TRANSGÉNERO Y TRANSEXUAL?

Una persona cisgénero es aquella que se siente identificada y conforme con el género que le asignaron al nacer. Una persona transgénero es lo contrario, es alguien que no se identifica con el género que le asignaron al llegar a este mundo. Transexual es la persona transgénero que, al no identificarse con el género que le asignaron al nacer, decide pasar por una transición médica —hormonación, cirugía, etc.— para no sufrir disforia, para tener un cuerpo que percibe más acorde con su identidad.

Me gustaría puntualizar que estoy un poco en contra del uso de la palabra «transexual», con la que no me identifico, ni creo que me represente, a pesar de estar realizando una transición médica. Prefiero identificarme como trans, a secas, o transgénero. ¿Por qué? Pues esto es debido a las connotaciones históricas del término transexual, que tiene su origen en la patologización de nuestro colectivo por parte de las instituciones psiquiátricas, que incluyeron en su lista de enfermedades el «trastorno de la transexualidad y disforia de género».

Cuando nacemos, o incluso antes, nos asignan un género —hombre o mujer— en base a nuestros genitales. Esto es un error, ya que los genitales no definen ni representan tu identidad de género. Una cosa son los genitales o el sexo, que es algo físico, y la otra es la identidad de género, que es un hecho psicológico. Cuando una persona nace y se le asigna un género u otro en base a su físico, y se la cría y educa durante toda su infancia en base a unos roles de género concretos, estamos cometiendo el error de decidir por esa persona y obligarle a ser algo que tal vez no es.

«Transgénero»  es un término paraguas que incluye millones de identidades y etiquetas —«transexual»  entraría dentro de este espectro—, ya que el género y la identidad son cosas muy personales y complejas.

 

9. ¿ERES ACTIVISTA DE LOS DERECHOS LGTBIQ+?

Sí, esta es una lucha que me atraviesa por completo. Creo que es importante que las personas que formamos parte de la comunidad nos dirijamos al resto de la sociedad, les hagamos llegar nuestro mensaje y luchemos para alcanzar una inclusión y una igualdad reales. Tengo un espíritu reivindicativo. Hago mías las causas injustas y me implico en sus luchas. Es algo que está presente en mi día a día, y en todo lo que emprendo. No puedo pensar de otra forma y no concibo otro modo de vida.

10. ¿ESTÁS A FAVOR DE LA HORMONACIÓN? ¿Y DE LAS CIRUGÍAS?

Esto es algo complejo. En parte sí, estoy a favor de ambos tratamientos como método de transición médica para personas transgénero. De hecho, yo me estoy hormonando desde hace tres meses y estoy contenta con los cambios que está experimentando mi cuerpo. También tengo pensado realizarme alguna cirugía más adelante.

El problema es que creo que se nos presta poca atención al colectivo trans. Creo que no se invierte lo suficiente en darnos tratamientos que sean específicos para nosotres y que no tengan efectos adversos en la salud a corto o largo plazo, algo que no se ha estudiado demasiado y por lo tanto se desconoce. Por ejemplo, tomamos medicamentos que se recetan para otros fines y en ningún apartado del prospecto consta que tengan el efecto que tienen —feminizador o masculinizador— en las personas transgénero.

Debería producirse un gran cambio en la mentalidad de la sociedad para que las leyes concedieran a la salud de las personas trans la misma importancia que a las cisgénero. Solo así conseguiremos la verdadera inclusión, la igualdad. Las operaciones para feminizar o masculinizar el aspecto no deberían considerarse cirugía estética, porque responden a una necesidad. A día de hoy, en España, hay operaciones que entran por la seguridad social, pero las listas representan años de espera, y con resultados que dejan mucho que desear. Por eso la mayoría opta por acudir a clínicas privadas que cobran lo mismo o más que si la cirugía fuera por un capricho estético. Opino que este tipo de intervenciones deberían ser gratuitas para personas transgénero. Y si la sociedad no fuera como es, si no existieran unos roles de género tan marcados y no le diéramos tanta importancia a este, la mayoría de las personas transgénero no necesitarían pasar por todos estos procesos.

11. ¿TE SIENTES DISCRIMINADA? ¿EN QUÉ ÁMBITOS?

No demasiado. Me siento afortunada en ese aspecto. No he sufrido discriminación en mi actual trabajo, por ejemplo, más allá de que algún compañero me haya malgenerizado —dirigiéndose a mí con un pronombre con el que no me identifico—. Pero sí que es cierto que siempre temes el rechazo. En mi caso, ese temor me llevaba a masculinizar mi aspecto a la hora de realizar una entrevista, por ejemplo, para que cuadrase con el género y el nombre que aparecen en mi DNI; a no confesar mi identidad de género o expresarme de forma femenina hasta estar dentro de la empresa y haber superado el período de prueba; y a hacerlo con miedo, miedo a que me despidieran por ese motivo. Y no tendría que ser así. Las personas trans deberíamos tener las mismas oportunidades que las cisgénero.

 

Sería un mundo en el que cuando naciera una criatura no se le asignara un género en base a sus genitales, y no se educara con unos roles tan concretos y definidos, sino que se criara de una forma neutra, dejando que vaya descubriendo por sí misma su propia identidad a medida que crece. Un mundo donde no tuviera cabida ningún tipo de discriminación —libre de transfobia, racismo, LGTBIQfobia, xenofobia, etc—.

12. ¿SI PUDIERAS CAMBIAR EL MUNDO, ¿CÓMO SERÍA EL NUEVO?

Nuestra sociedad necesita una transformación profunda. Si me centro en los derechos del colectivo transgénero deberíamos empezar por dar la oportunidad a las personas trans de cambiar su género y nombre en el DNI, sin necesidad de pasar por un proceso hormonal; permitir la inclusión del género no-binarie en documentos oficiales; abrirles el mercado laboral sin restricciones; incluir una asignatura obligatoria en las escuelas de Primaria sobre sexualidad e identidad de género, para evitar la exclusión social, y para ayudar a aquelles niñes que puedan estar descubriendo su propia identidad más allá de lo que les han asignado, o que lo vayan a hacer en un futuro.

 

 

  CHRIS EL-BAHR

   Nacida el 14 de abril de 1997 en Barcelona.

    Artista, activista. Estudiante de Antropología Cultural.

   Coautora del libro REVOLUTION NOW. Lucha y resistencia         LGTB  en representación del colectivo Marikes Llibertàries i       transfeministes de Barcelona. Este libro es una recopilación     de artículos escritos por diferentes colectivos no                          institucionales y militantes que trabajan por la lucha LGTB        en Cataluña, Galicia, Asturias y Madrid.

 

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