Mi experiencia con la terapia regresiva, Mar Cantero

Mi experiencia con la terapia regresiva, Mar Cantero

  MI EXPERIENCIA CON

LA TERAPIA REGRESIVA

Un viaje y un reencuentro

Por Mar Cantero

Hace poco, he participado en un curso de fin de semana de terapia regresiva, impartido por el Doctor  Juan José López Martínez, experto en la materia que lleva más de veinte años tratando a pacientes con todo tipo de problemas, siempre con resultados muy positivos. En este artículo, quiero contarte mi experiencia con esta terapia, sin entrar en detalles pues es muy personal, pero aportando lo que ha significado y los cambios que se han producido en mí tras haber realizado la regresión.

El doctor Juan José dijo que no se trataba de suerte, pues solo iban a hacer la regresión unas pocas personas elegidas por sorteo. Él opina que cuando le toca a alguien, es quien más lo necesita. Lo siento mucho por el resto de compañeros que no tuvieron mi suerte pues sé que todos los que estábamos allí lo necesitábamos y además, lo deseábamos, con más o menos reparo, pues puede dar un poco de respeto en un primer momento. Pero tras haberla hecho, puedo decir que ha sido una experiencia altamente positiva, y que aún estoy notando cambios en mí, que me sorprenden por la rapidez con la que ocurren y porque además continúan con el paso de los días. Como una semilla germinando en mi interior, cuyas hojitas empezaran a salir regalándome un nuevo pensamiento, una opinión diferente de las que había tenido hasta entonces, una visión más abierta, e incluso una sensación de paz que me hace pensar que lo que tenga que ocurrir, ocurrirá, porque tiene que ser así, y que siempre habrá otra puerta por la que salir, otra persona con la que toparse, y una nueva experiencia que me hará sentirme viva, mucho más que antes.

¿Cómo es la terapia?

Estuve consciente en todo momento pues en esta terapia no se utiliza la hipnosis. Al contrario, se ha de estar consciente para liberar la imaginación, para que así el doctor puede leer entre líneas y saber por dónde continuar. A algunos les costó un poco más que a otros, algo normal porque todos queríamos hacerlo bien y no queríamos engañar a nadie, ni a nosotros mismos. Y el hecho de dejarnos llevar por la imaginación, en principio nos parecía un engaño, pues pensábamos que teníamos que entrar en una especie de trance en el que aparecerían las imágenes y palabras correctas. Pero resulta que no se trata de eso, sino sencillamente de dejarse llevar por la sabia guía del doctor, que maneja perfectamente todas las situaciones, sea cual sea el resultado, y soltar esa rigidez y ese miedo a equivocarnos, que es lo que nos frena. Al fin y al cabo, es una terapia y lo importante es lo que vea y exprese cada uno, y nadie va a juzgar si es cierto o no, porque en principio, es el paciente quien tiene la voz cantante. Y después, si surge algo más, ya se verá.

Y surgieron cosas… Algunas tan sorprendentes por su rareza y realismo que uno empieza a dudar. Como dijo uno de mis compañeros, o todos somos buenísimos actores o es real lo que estamos viendo y oyendo. Si fuera fingido, ya habríamos recibido un Goya. Por ello, las dudas sobran, pues esta terapia ha ayudado y está ayudando, hoy día, a miles de personas. No solo aquí, sino también en otras partes del mundo, pues tiene unos excelentes resultados en muchos aspectos, desde la curación de enfermedades físicas y psicológicas, hasta la solución de temas más trascendentales. El doctor nos contó algunos casos que merecerían mención por mi parte, pero debo tener el respeto de no contarlos y expresar solamente, en la medida que pueda, lo que he sentido yo al participar de esta terapia.

El alma/conciencia

El doctor Juan José López llama alma/conciencia a esa parte de nosotros que nunca muere. Él está seguro de ello por experiencia propia y por todos los casos de sus pacientes, que han sido muchos. Si pudiera describir lo que me ocurrió en mi regresión, entre otras muchas cosas, diría que conecté con mi alma/conciencia, que es donde están las respuestas a tantas preguntas como tenía antes, y que ahora parecen responderse por sí solas en cuanto pienso en ellas, de una forma que me sorprende. por la facilidad con que se me caen encima las respuestas y con la sencillez de saber que siempre estuvieron ahí para mí, pero mi mente consciente era incapaz de verlo.

Me siento mucho más sabia tras haber hecho una regresión y también he comprendido que siempre he sido así, aunque no lo sabía. Y no lo digo con prepotencia sino con mayor humildad que antes, si cabe, y con una certeza que me era imposible ver en el pasado. Además, está esa sensación de paz, y de saber que lo que piense o decida, es lo correcto, y no solo repercute en mí, sino también en el resto de personas de mi entorno.

Los problemas que tenía antes, siguen estando en mi vida, la gran diferencia es que ahora ya no los veo como problemas, sino como caminos diferentes que puedo tomar o no, dependiendo de mis deseos, de lo que resuene conmigo, y de lo que sienta que me pertenece. Antes pensaba siempre en el resultado, en lo que podía pasar si decía o hacía tal o cual cosa. Ese resultado podía ser positivo o negativo y era como si la presión de llevar una vida acertada dependiera de mí, y después, si el resultado no era el esperado, aparecía la sensación de llevar una vida equivocada.

¿Para qué he venido al mundo?

También estaba la sensación de que ya nada tenía sentido, por ejemplo en mi trabajo, de esto sí puedo hablar. Aunque amo escribir, detesto el mundo editorial caduco y competitivo que hay detrás, pero al no ver otros caminos, me sentía obligada a continuar ahí sin desearlo. No quería seguir participando de todo ese mercado en el que lo único que importa es el dinero, y el arte queda en último lugar. Soy una artista y no puedo sentirme bien participando de eso. Entiendo que hay que vivir y ganar dinero, pero siempre con respeto por lo que estás haciendo y el mundo editorial en el que me muevo, no respeta nada. Tras haber hecho la regresión, no sé todavía si hay una puerta nueva y diferente que quiero abrir, pero tengo la tranquilidad de saber que actúo acorde a lo que pienso y a cómo soy, que respeto mi trabajo y que no voy a permitir trabajar con nadie que no lo respete como yo.

Y esto, lo extiendo también a lo personal, cuando nos topamos con actitudes tóxicas en personas que no viven de forma consciente. Ya sabía esto antes, pues soy coach, he escrito varios libros de autoayuda y me he formado en estos temas. Pero ahora lo sé, con una calma que me hace capaz de mirar desde fuera y, desde ahí, puedo ver los distintos niveles de consciencia desde donde vive cada uno. Y no es siempre el mismo. Al decir esto, de nuevo me mueve la mayor humildad posible, pero es una realidad y no puedo negarla. Dependiendo del trabajo que hagas en ti mismo, en tu desarrollo personal, psicológico y emocional, vives en un nivel de consciencia que puede ser muy diferente al de otras personas. Y esto duele, porque a veces aquellos que quieres viven completamente inconscientes de quiénes son, de quiénes somos, algo que lleva a los peores conflictos.

Todos podríamos vivir en paz si fuéramos conscientes de quiénes somos. A esto también ayuda en gran manera la terapia regresiva, a ser consciente de ti mismo, de por qué estas aquí y de quién eres. Yo me había preguntado muchas veces para qué he venido al mundo, sobre todo cuando mi trabajo no obtenía resultados positivos, los que yo creía que lo eran. Tras hacer la terapia he comprendido que no he venido al mundo para escribir ni para hacer otra cosa, sino para ser quién soy. Tengo la suerte de tener capacidad para hacer cosas distintas y me gustan todas ellas, y he venido para hacerlas con el mayor entusiasmo, desde mí misma siempre, y no manipulada por otros. He venido a hacer lo que desee, lo que me hace feliz, lo que aporte. Ahora sé que he venido al mundo a ser YO con mayúsculas. Y el resto, son solo diferentes posibilidades de expresarme, de compartir las capacidades con las que he nacido. Todos tenemos muchas, pero el miedo no nos deja descubrirlas.

El reencuentro conmigo misma

Por eso, he querido escribir este artículo, para mostrar desde mi experiencia lo maravilloso de esta terapia y, aunque, a veces me asalta el miedo a que haya un bajón y el lugar de paz en el que me encuentro ahora, se escape en el universo y no pueda regresar a él, me digo a mí misma que es imposible porque ese lugar de paz, esas sensaciones de sabiduría interior y de confianza en mí misma, está dentro de mí, y lo ha estado siempre, aunque yo no pudiera sentirlas, pues soy yo misma y ellas son yo, al mismo tiempo.

El dolor, el sufrimiento, el miedo, los golpes de la vida, los conflictos, etc., hacen que nos olvidemos de quiénes somos, pero podemos reencontrarnos a nosotros mismos, si nos acercamos y conectamos con ese alma-conciencia que realmente somos. La terapia regresiva te lleva a esto, al menos, es lo que me ha ocurrido a mí. Por eso, agradezco al doctor su trabajo y su cuidado, y a las personas que estaban allí, acompañantes o alumnos que aprenden de él, como Pablo Lull Barranco, organizador del curso y dueño del espacio en el que se realizó, cuya sorprendente historia narró de forma preciosa en un libro que recomiendo encarecidamente, así como los libros del Doctor Juan José López Martínez, todos ellos maravillosos.

Obviamente, recomiendo también esta terapia, sin desmerecer nunca a otras terapias que me han ayudado también muchísimo y de las que tampoco quiero prescindir por el momento, pues son muy necesarias para vivir con plena consciencia y conciencia, respetando a los demás y a mí misma.

Quiero agradecer también la suerte de haberme encontrado con el resto de compañeros, todos participaron del curso con el máximo respeto, ávidos de conocer, sin parar de hacer preguntas al doctor que posee un gran conocimiento del tema y que estaba siempre dispuesto a compartir esa información respondiendo a todas nuestras preguntas, por muy extrañas que pudieran parecer a veces. Pero no hay preguntas incorrectas y todo el que tiene una pregunta merece el respeto de que sea contestada, y además, siempre hay un motivo para hacerla. Me llevo un gran recuerdo de todos ellos y os aseguro que esto no me ha ocurrido siempre.

Y esta es mi experiencia con la terapia regresiva. He intentado contarla de la forma más personal y auténtica, como soy yo, sin dejar de conectar con mi alma-conciencia, que soy yo misma.

Manual contra la tristeza, Yolanda Mármol

Manual contra la tristeza, Yolanda Mármol

MANUAL CONTRA LA TRISTEZA

Por Yolanda Mármol

¿Quién no se ha sentido triste alguna vez 

e incluso culpable de ello?

 

 Se tiende a confundir la tristeza con la depresión, ¡gran error!; la tristeza es una emoción básica como puede ser la alegría, ¿causa malestar? por supuesto que sí, pero es algo pasajero y la depresión es una enfermedad y como tal debe ser tratada para superarla.

¿Sabías que esta emoción tan incómoda y molesta como es la tristeza, si sabemos aceptarla y trascenderla nos ayuda a crecer y mejorar como personas?

En palabras de Carl Jung, “la palabra feliz, perdería su significado si no estuviera balanceada por la tristeza” ¡Cuánta verdad!

¿Acaso existiría el día, si la noche no hiciera acto de presencia y diera paso a un nuevo amanecer?

Según la filosofía china del ying y el yang, nos explica que son 2 energías opuestas pero que se necesitan una a otra, y, además, se complementan y son interdependientes.

Vivimos en una sociedad que, a pesar de haberse producido numerosos avances en muchos aspectos, aun andamos escasos en avances en lo que a lo emocional respecta. ¡Las emociones tendría que ser una asignatura pendiente en nuestras escuelas!

¿Quién es el valiente que admite estar triste ante la avalancha de “felicidad” muchas veces fingida que nos quieren hacer creer los medios, así como las redes sociales?

Querido lector, grábate a fuego que, aceptar la tristeza, es aceptar tu cuerpo y sus cambios, entender tu alma, y aprender a quererte cada día un poquito más.

Ahora bien, ¿significa esto que te he dicho anteriormente que, deberíamos recrearnos en la tristeza? Rotundamente, no.

La tristeza hace acto de presencia para que la sintamos y veamos que nos quiere decir, para que la aceptemos para poder trascenderla y, para ello, te voy a ofrecer:

3 FORMAS DE ACTUAR ANTE LA TRISTEZA:

1. Presta atención a tu tristeza

¿Qué quiero decir con que prestes atención a tu tristeza? Que no te centres en aspectos externos o diversiones pasajeras como forma de evadir la tristeza. Distraerte sí, pero evadirte es darle la espalda a la tristeza, y así no funciona.

Siente el pesar de tu cuerpo, siente tus lágrimas que tal vez recorren tus mejillas. En definitiva, se trataría de aplicar “el ahora”, “el momento presente” lo que, se denomina hoy en día, Mindfulness.

2. Rescata tus momentos agradables

Cuando estamos inmersos en las mayores de nuestras penas y tristezas, no vemos o nos cuenta horrores ver, las cosas bonitas y agradables que se han ido dando en nuestras vidas.

Te invito a que cojas papel y boli y, te obligues a anotar aquellos recuerdos agradables –por pequeños e insignificantes que te parezcan- que te han ido sucediendo y que ahora no eres del todo consciente. ¿Tal vez aquella sonrisa de aquel bebé?, ¿tal vez un bonito anochecer?

 

 

 

3. Distrae tu mente

No lo olvides, distraerte, no evadirte. ¿Qué te relaja y te hace sentir bien? A mí, por ejemplo, me ayuda el yoga y pintar mándalas para conectar conmigo mismo y con el momento presente.

¡Encuentra tu actividad para distraer tu mente en estos momentos! Suelta cosas, situaciones y personas…

Muchas veces, la tristeza nos avisa de que algo no va bien en nosotros o nuestras vidas y esto incluye, cosas, situaciones y personas que notamos y sentimos que ya no nos nutren como personas y que no te aceptan con tus emociones más alegres y con tus emociones menos alegres, como la tristeza en este caso, en definitiva, no te aceptan en la totalidad de tu ser.

Escribe. Nunca me canso de decir, la inmensa terapia y gratis, que es la escritura.

Con la escritura podemos dejar plasmadas nuestras emociones y sentimientos y nadie nos va a juzgar por ello. Cuando escribimos liberamos el inconsciente de la carga que muchas veces llevamos a cuestas y que nos hacen sentir presos durante demasiado tiempo por no liberar las emociones en su momento. Así que, te anima a escribir todo lo que sientas, luego ya decides tú, si te lo quedas, lo guardas, lo compartes… ¡tú eliges!

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