Lourdes Carmona, una mujer sin miedo a volar

Lourdes Carmona, una mujer sin miedo a volar

Lourdes Carmona

Entrevista

UNA MUJER SIN MIEDO A VOLAR

Por Mar Cantero

Vi a una mujer piloto vestida con su uniforme hablando en una cabina, pero de teléfono,     y una vocecilla interna me dijo:

  1. “Quiero ser como ella cuando sea mayor, qué elegante”.
  2. Ahí se inició el vértigo.

Lourdes Carmona, vive es valenciana, comandante de aviación, y también se dedica a superar el miedo a volar, a través de sus directos desde su cuenta de Instagram y a tutorear a aspirantes a pilotos.

1. ¿Cuándo y cómo descubriste que querías ser piloto? A la temprana edad de 13 años al realizar mi primer vuelo en avión con mis padres. Fui a raíz ganar un viaje a Disneyworld en Orlando el día de mi cumpleaños, el 27 de marzo de 1991. Volamos desde el aeropuerto de El Altet, Elche a Madrid, posteriormente a Nueva York donde tuvimos una larga escala, entonces estando en el pasillo de la terminal del Kennedy sucedió la magia, vi a una mujer piloto vestida con su uniforme hablando en una cabina, pero de teléfono, y una vocecilla interna me dijo; “Quiero ser como ella cuando sea mayor, qué elegante”. Ahí se inició el vértigo. Para los que digan que el número trece da mala suerte, tengo argumentos al respecto que desmienten esa creencia.

2. ¿Tuviste miedo o dudaste en algún momento?

En absoluto, tuve una fe inquebrantable y mis padres también creyeron en mí.

5. ¿Encontraste apoyo a tu alrededor, o todo lo contrario?

Mis padres despegaron mucho antes que yo, creyeron en mi y me apoyaron desde el principio. Era muy buena estudiante y me animaban a prepararme para ser lo que yo quisiera.

6. ¿Sufriste algún tipo de discriminación por ser mujer?

No, nunca. 

7. ¿Qué consejo darías a otras mujeres que tienen tu mismo sueño?

Los condicionantes son oportunidades de crecimiento, establece un plan de acción realista y llegarás a alcanzar aquello que te propongas. Las creencias son cuestionables asegúrate que las tuyas están alineadas con tu propósito.

8. ¿Qué sentiste la primera vez a los mandos de un avión?

Una mezcla entre emoción y muchos nervios porque quería hacerlo muy bien. Cuando se marcharon los pasajeros y bajé del avión recuerdo mirarlo de extremo a extremo y pensar; “vaya, lo he aterrizado yo”.

9. ¿Piensas que la sociedad, según cómo está ahora, ayuda en algo a que haya mujeres que puedan desarrollarse profesionalmente en un mundo que antes era solo masculino?

Creo que estamos en una situación privilegiada y que las mujeres tenemos la pieza clave mediante la educación de nuestros hijos en casa.

 

Bettina Kadner y Lourdes Carmona

Bettina Kadner y Lourdes Carmona

 3. ¿Cómo fueron tus primeros pasos para alcanzar tu sueño?

Era una niña con mucha ilusión, en mi familia nadie se había dedicado a la aviación y tampoco teníamos referentes en el medio aeronáutico. Al regreso del viaje, mi padre me sugirió dar el primer paso y redactó con su Olivetti una carta de solicitud de las bases de ingreso en el Ejército del Aire en San Javier. La parte graciosa del asunto resultó ser que, tras su redacción me pidió firmarla, ni siquiera tenía una rubrica definida, se puede decir que en esta carta dejé la primera de muchas. Al cabo de unas semanas recibí la respuesta por correo, contenía una fotocopia de las bases de acceso publicadas en el B.O.E., aun conservo esa carta con mucho cariño.

4. Seguramente no fue fácil al principio. Háblanos de los obstáculos que tuviste que superar.

Los obstáculos son siempre relativos al lugar desde el que se mire la realidad. En mi caso, no tener miembros en la familia que se dedicasen a la aviación parecía ser un condicionante, porque a principios de los 90 escuché muchas veces que ser piloto comercial era un coto cerrado accesible a hijos de pilotos en activo. Pero no lo creí. Y en lugar de quedarme con la creencia popular, hablé con el jefe de estudios del colegio para que me orientase en mi preparación con la carta que había recibido en mis manos.

Considerando que mi despertar se dio pronto, me permitió poner un plan de acción en marcha entre los 13 y 17 años y me entregué por completo al proceso de preparación. Los cambios no siempre son manejables, el aprendizaje al salir de la zona de confort implica llegar a sentirse cómoda haciendo lo incómodo. En aquella época me centré en estar preparada para la formación que se exigía tras recibir la información de acceso a la Academia Militar. Era una alumna brillante de letras, tuve que pasar a ciencias y se me daban fatal. Por las tardes asistía a clases de apoyo para sobrellevar mejor mis asignaturas. Era obvio que para acceder necesitaba estar en forma y prepararme, en este caso el sobrepeso no me ayudaba, entonces un cambio de alimentación y la práctica de deporte regular con un preparador en un gimnasio hicieron el resto.

La adaptación a los diversos desafíos fue progresiva y era alentador ver los resultados, sobretodo porque mantener la fe en el propósito final era el engranaje propulsor del proceso. Sufrir cinetosis en cualquier medio de transporte también condicionaba mi idea de ponerme a los mandos de un avión, pero aún así, continué hacia delante. Entonces, a los 17 años ya estaba casi lista pero aún quedaba una gran prueba por completar, el inglés. Cursé el último año de instituto (COU) en Estados Unidos, viví con una familia americana que me cuidaron como una más de la familia Sivik en Albion, Pensilvania. Y eso si fue un gran aprendizaje.

10. Estuviste en el homenaje a Bettina Kadner, la primera mujer que consiguió la licencia de piloto en los años sesenta en España. ¿Cómo es?

Es una mujer muy sencilla, que me sorprendió mucho y me encantó conocer. Y al parecer no sufrió ninguna discriminación tampoco, o al menos ella no se enteró de ello. 

Descubrir que volar era mi sueño me llevó a un proceso de desarrollo personal con mayúsculas.

«Lo que más amo de mi trabajo es la libertad que produce volar,

se dice que trabajamos en la oficina con las mejores vistas del mundo.»

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