Mujeres médicas en Grecia y Roma clásicas

Mujeres médicas en Grecia y Roma clásicas

Mujeres médicas en Grecia y Roma

 

Por Lola Montalvo

LA SITUACIÓN DE LA MEDICINA FEMENINA

EN ESTAS DOS CULTURAS

Vamos a conocer unas cuantas mujeres y cómo consiguieron llegar a desempeñar como médicas, pero antes voy a exponer a grandes rasgos cómo era la situación de las mujeres en estas dos culturas. 

A la gran mayoría les resultan conocidos personajes de la antigüedad relacionados con la medicina como Esculapio, o médicos como Hipócrates, Antonio Musa—médico de Tarraco de origen griego que atendió a Augusto— o Galeno —figura histórica de origen griego que ejerció la medicina durante el s. II d.C.—. Como casi todas las ramas de la ciencia, la medicina avanzó a base de logros de hombres sabios que dejaron plasmados en escritos sus conocimientos y rudimentarias investigaciones. Pero pocos saben que también hubo mujeres, muy pocas en relación con ellos, que, luchando contra el androcentrismo dominante, entendido éste como el considerar al hombre, lo masculino y la masculinidad como medida y referente de todas las cosas y única fuente de sabiduría y autoridad, llegaron a ser médicas y generaron un aporte al conocimiento general, escribieron tratados y pusieron su granito de arena para que la medicina llegara a ser lo que es hoy día. Vamos a conocer unas cuantas mujeres y cómo consiguieron llegar a desempeñar como médicas, pero antes voy a exponer a grandes rasgos cómo era la situación de las mujeres en estas dos culturas.

Las mujeres recibían un tratamiento familiar diferente nada más nacer, una formación distinta de los hombres, no tenían personalidad jurídica propia ni tenían los mismos derechos públicos y sociales que los hombres. En Roma estaban sujetas al pater familias, figura masculina familiar que sustentaba la tutela sobre la mujer, tanto si estaba soltera o viuda —padre, hermano, tío…— como casada —esposo, hijo—. Eran, en cierto modo, una posesión más de los hombres de la familia.

Aún con esta situación de invisibilidad social de la mujer en la Antigüedad clásica, encontramos magníficos ejemplos de mujeres que se saltaron estas restricciones, tanto en su vida personal como en su papel social y cultural. Las vidas y obras de mujeres con gran poder político y social como Cornelia o Livia nos han llegado hasta nuestro días, casi esquivando los brillos omniscientes de los hombres, muy celosos de su poder y de su valimiento sobre las mujeres. No olvidemos que a las mujeres no se las consideraba como un igual, dado que ellas no tenían personalidad jurídica. El poder masculino en el que se veían inmersas estas «mujeres extraordinarias» debía ser tan enorme que su osadía al destacar no se cuestionó; incluso, estas mujeres pudieron ser consideradas dignas de admiración, como vemos que sucedió con Cornelia y Livia. Pero ellas fueron casos particulares, nunca un inicio de ningún cambio hacia la igualdad, tal como la entendemos hoy día.

El mundo clásico era androcentrista: lo masculino-el hombre como medida y referente de todo; la mujer estaba supeditada al hombre y limitada al ámbito doméstico, con una función muy determinada, pero, aun así, como se expresó más arriba, hubo mujeres que pudieron saltarse las barreras impuestas por este mundo que pivotaba solo alrededor de los hombres y pudieron apoderarse de un papel decisivo y decisorio, por lo menos en lo referente a su profesión y su vida. Conozcamos a algunas de estas mujeres extraordinarias que se saltaron las normas llegando a ser médicas en Grecia y Roma.

PHANOSTRATE de Acharnai en Atica

Algunos autores la consideran a ella y no a Agnódice la primera mujer médica. Vivió en Ática en el 350 a.C., tiempo por delante de Agnódice, que debió vivir en el último tercio del siglo IV a.C. Phanostrate era de Milete; no se sabe su origen ni la condición de su familia, solo se sabe que se dedicaba a «salvar vidas». En Acharnai que es la actual Menidi, se han localizado dos estelas de mármol y otra en Acrópolis en las que se muestra dedicatorias votivas agradeciendo la atención médica recibida. Atendía sobre todo a mujeres y niños y su nivel profesional era tal que se hacía asistir de ayudantes.

La mujer en Grecia y Roma antiguas

A grandes rasgos, en ambas culturas las mujeres cumplían un papel social distinto al del hombre, generalmente ligado al ámbito doméstico y familiar. En la vida íntima del hogar las mujeres tenían casi plena libertad de acción, pero fuera de las paredes caseras no tenían protagonismo social ni personalidad jurídica alguna, en la gran mayoría de los casos. En Atenas las mujeres libres de buena posición recibían una formación más que adecuada en literatura y música, su función y meta social lo constituían el matrimonio y la maternidad y llegarían a ser fundamentales en la educación de los hijos varones durante su infancia. La función más significativa de estas mujeres en la Antigüedad clásica, tanto griegas como romanas, era la de ser buenas madres

Es necesario indicar que las mujeres grecolatinas que más se conocen hoy día son las que presentaban un estatus social elevado, un nivel de vida acomodado, con familiares varones de cierta importancia político-militar, mujeres que pudieran estar asociadas de alguna forma a hombres famosos o ilustres. De las mujeres humildes y de las esclavas poco o nada ha llegado hasta nuestro días, salvo por referencias indirectas.

AGNÓDICE o Agnodike de Atenas:
Otros nombres: Hagnódica.

Esta mujer se encuentra entre la realidad y la leyenda, aunque muchos autores la consideran un personaje real. De hecho, se la considera la primera mujer médica-ginecóloga de la Historia. El primer dato que tenemos de su existencia es en la Fábula 174 del autor latino Higinio, en el siglo I a.C.

Se supone que vivió en Atenas alrededor del siglo IV a.C. (año 300 a.C.) era hija de una familia acomodada de su ciudad. Su existencia debía quedar reducida a lo que se imponía en esos años: vida hogareña y ser esposa y madre. Las chicas en esa época tenían cierta formación cultural y formal pero muy limitada.

En la época de Hipócrates se vetó el acceso de las mujeres a conocimientos médicos, a poder estudiar para actuar como parteras, dado que se les acusó de que practicaban abortos, por lo que se prohibió a las mujeres que practicaran la medicina bajo amenaza de condena a pena capital, a muerte.

Agnódice se rebeló contra esta decisión injusta; ella quería aprender medicina y cuidar de las mujeres que morían con demasiada frecuencia en los partos dado que no eran visitadas por los médicos hombres. Ella quería ayudarlas. Con la ayuda de su padre se disfrazó de hombre: se cortó el cabello, se vistió con ropas masculinas y se fue a Egipto, concretamente a Alejandría, a estudiar con un famoso médico de esa época, Herófilo de Calcedonia. Terminó sus estudios como una de las mejores estudiantes entre sus compañeros.

De regreso a Atenas ejerció su profesión aún escondida como hombre. Alguna mujer se negó al inicio de los síntomas del parto a que le atendiera un hombre y ella no tuvo reparos en de forma discreta a compartir su secreto con esas mujeres y ganarse su confianza. Su fama como ginecóloga y como médico de mérito no tardó en correr por toda la ciudad lo que levantó las envidias de los colegas hombres que no dudaron en acusar a ese «misterioso médico ginecólogo» de abusar de sus pacientes e incluso de violar a alguna de las mujeres que atendía. Ante un tribunal Agnódice se defendió de estas acusaciones falsas y recurrió al extremo de desnudarse ante los jueces para demostrar que esos delitos eran mentira. Pero, el ser mujer y médica también estaba condenado con la muerte. Ante esta sentencia las mujeres de la ciudad se lanzaron a la calle en masa manifestándose en contra de tal injusticia, dado que Agnódice había salvado muchas vidas, de esas mujeres y de sus hijos, esposas e hijos de esos hombres que la condenaban.

Agnódice se libró de su condena. Se le permitió ejercer su ciencia, pero solo podía atender mujeres. La ley tuvo que ser modificada para que las mujeres pudieran, a partir de ese momento, acceder a los estudios de medicina.

METILIA DONATA

Fue una médica de origen romano. Se conserva de ella un rico monumento funerario encontrado en Lion. Se la supone una mujer de alta clase social y que hubiera podido ejercer la medicina en la casa imperial, como médica de la corte.

IULIA SATURNINA

Esta médica romana ejerció su ciencia en Hispania en el siglo II d.C., concretamente se la ubica en Emerita Augusta, la actual Mérida, que en esos años era la capital de la provincia Lusitania. Se la supone ciudadana romana con origen en las clases populares; se conoce el nombre de su esposo, Casio Filipo que fue quien erigió la estela que nos ha quedado de ella y donde se indica su profesión y falleció a la edad de cuarenta y cinco años.

  • Otras médicas de origen romano: Primilia, Empiria, Naevia Clara…

NTIOQUIS DE TLOS

A esta médica la encontramos referida en diversos textos posteriores a su época, como en uno de los manuales de Claudio Galeno (siglo II d.C) en el que habla de Antioquis de Tlos, médica que vivió y ejerció en el siglo I a.C. en la ciudad de Licia. Era hija del médico Diodoto; llegó a alcanzar gran fama en su ciudad de tal forma que sus ciudadanos por suscrición pública erigieron una estatua en su honor. Otros textos, sin embargo, indican que había hecho erigir su estatua ella misma, lo que prueba, además, que se trataba de una mujer libre y rica.
MARGARETA
Reconocida cirujana «who had an inusual appointment as an army surgeon» es decir, que había sido nombrada cirujana del ejército de forma inusual. Es curioso que de esta médica no haya encontrado nada más…
METRODORA
Esta médica de origen griego vivió en Roma, entre los siglo I-II d.C.; otros textos, sin embargo, afirman que vivió entre los siglos III y IV. Como se puede comprobar se conoce poco de ella, salvo que fue la autora del escrito-tratado médico más antiguo conocido que fuera escrito por una mujer médica. De título «Sobre las enfermedades y los cuidados de la mujeres». Este tratado abarca muchas áreas de la medicina como es la ginecología —enfermedades del útero y mama, concepción—, en una época en la que la salud de la mujer quedaba reducida casi exclusivamente al parto. Este tratado fue ampliamente referenciado y traducido en la Grecia y Roma antiguas, llegando como texto importante hasta la Edad Media. También se la considera la primera médica que identificó la anorexia nerviosa como un problema de salud de su época.
Otras médicas de origen griego: Origenia, Cleopatra, Aspasia…

Esto es todo; este artículo es solo una pequeñísima muestra de la totalidad de médicas conocidas que ejercieron en Grecia y Roma clásicas durante siglos; y seguro que fueron muchas más de las que no han llegado noticias ni en textos ni en estelas o hitos de piedra. Abrirse camino en un mundo exclusivo de hombres debió ser una tarea ardua y complicada, con riesgo de ser condenadas de alguna forma o incluso de sufrir pena capital, como en los albores de la Grecia Clásica. Como se ha visto, casi todas las mujeres médicas ejercían como obstetras —obstetrix—, es decir, atendían en los partos, por razones lógicas: las mujeres, sobre todo las de clase más elevada no deseaban ser atendidas por hombres que, por regla general, no se ocupaban de los partos, dejando esta labor a las parteras y matronas. Algunas de estas mujeres, sin embargo, abarcaron más facetas del cuidado, de la medicina e, incluso, escribieron tratados que fueron copiados y considerados con respeto por médicos afamados como Galeno.

No se puede negar que ellas, las médicas de la Antigüedad clásica también generaron conocimiento, en su práctica diaria, en los tratados que escribieron, los cuidados que aportaron y que transmitieron generación a generación, de mujer a mujer. Ellas también ayudaron a generar conocimiento médico-científico y es justo que se conozca. Sirva este artículo para mostrar una breve reseña de lo que las mujeres médicas llevaron a cabo durante siglos.

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