5 consejos para aliviar eficazmente los problemas de cervicales

5 consejos para aliviar eficazmente los problemas de cervicales

Alivia el dolorde

cervicales con

estos 5 consejos

Por Yolanda Mármol

Si alguna de vosotras sufre dolores y mareos o vértigos debido a los problemas de cervicales, sabrá más que de sobra el malestar y limitación que éstos conllevan, sobretodo estos últimos, los vértigos.

 

Los problemas de cervicales son más comunes de lo que podemos llegar a pensar, incluso a veces se puede llegar a confundir con la espondilosis; por ello quiero dedicar este post a hablar sobre dichos problemas, especialmente los temidos vértigos y mareos, así como soluciones para aliviar los problemas de cervicales, sea dolor y/o vértigos o mareos. ¡Vamos allá!

Posiblemente, te estarás preguntando…

¿Por qué me dan mareos y/o vértigos debido a los problemas cervicales?

 

¿Has comprobado que cuando estás más nerviosa o preocupado de lo habitual aumentan considerablemente las molestias en las cervicales?  

Las contracturas cervicales pueden llegar a producir ciertos desajustes en las vértebras llegando a perjudicar el riego sanguíneo, por lo que, además, puede verse alterado el correcto funcionamiento del sistema nervioso central. Pero no te preocupes, ¡porque se pueden aliviar estas molestias tan limitantes!

Una de las cosas más importantes y que más a menudo se nos pasa por alto es ¡la educación postural! Hay diversas posturas que hace que nuestra zona cervical se tense y acentúe nuestros dolores y mareos.

1. Limita el número de horas que pasas delante del ordenador y estate atenta a la postura corporal: cuando pasamos muchas horas delante del ordenador, las cervicales se tensan aún más, y si a esto le sumamos una mala postura ¡apaga y vámonos! Por eso en mi caso, por ejemplo, sé que no puedo pasar más de 4 horas delante del pc y el día que me excedo ¡mis cervicales me llaman a gritos!

2. Masajea la zona con ejercicios específicos y aplícate calor: hace un tiempo me mandó el fisioterapeuta unos ejercicios que está comprobado que cuando los hago de forma continuada, noto la zona más relajada y menos dolorida. Puedes ver los ejercicios en el siguiente vídeo. ¡No olvides aplicarte calor como una almohadilla! Relaja la zona muchísimo.

5. ¿Has probado estos remedios naturales?: El alcohol o aceite de romero es muy eficaz para el dolor muscular y para las contracturas. A mí me gusta aplicarme alcohol de romero con un ligero masaje antes de aplicarme la almohadilla con calor ¡me alivia muchísimo! El Ginko Biloba también lo he tomado (lo puedes tomar en infusión o comprimidos) es totalmente natural, y es muy eficaz para mejorar la circulación cerebral, por lo que, disminuye considerablemente los mareos y vértigos. Lo puedes encontrar en herboristerías.

3. Nueva tecnología: la andulación es un tratamiento basado en principios biofísicos que, ayudan a aliviar el dolor y aumenta el bienestar físico. Esta técnica, combina estímulos de vibración mecánica y calor infrarrojo. Además, actúa a nivel global produciendo así, una mejora en las funciones de todo nuestro organismo.

4. Evita el ejercicio físico de alto impacto: todos aquellos ejercicios en los cuales se necesita de una mayor fuerza tales como: correr, saltar, tenis, etc. ¡Escucha tu cuerpo! Ese es uno de mis mayores lemas; por ejemplo, el yoga a mí personalmente me va muy bien a nivel global, pero soy consciente que hay ciertas posturas que perjudican enormemente a mi cuello ¡las evito!, pero me beneficio igualmente de todos los beneficios de esta fantástica disciplina.

Pues hasta aquí, mi pequeña aportación sobre cómo puedes aliviar los problemas de cervicales de una forma bastante eficaz y sencilla. 

Espero que te haya ayudado esta información y consejos, pero sobre todo que si sufres estas temidas molestias; no olvides ¡ponerlo en práctica!

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MENTES ABIERTAS

 

2020, EL AÑO QUE CAMBIÓ NUESTRO PRESENTE

2020, EL AÑO QUE CAMBIÓ NUESTRO PRESENTE

2020, 

EL AÑO QUE CAMBIÓ NUESTRO PRESENTE

 

Por Héctor Martínez González

Llega el dolor vestido de negro en la segunda década del milenio. La sorpresa conmueve a la humanidad y se cierne la oscuridad sobre los habitantes del planeta.

 

 

Las alarmas se encienden en los rincones más recónditos de lasciudades; en los bosques; en los corazones. Juegan los pronósticos a dibujar un esquema de probabilidades inconexas que se quiebra por la fatal letalidad de un tímido microorganismo. Un virus que cambia el escenario social. Las empresas se paralizan al tiempo que lo hacen las piernas de los ciudadanos, que desconcertados, recuerdan con nostalgia los meses donde podían caminar en libertad. Llega el confinamiento.

Observamos cómo van pereciendo ciudadanos anónimos que se convierten en un número. Miramos, con cierto reparo, con un miedo humano, el número de víctimas que ha habido: «bien, hoy solo han sido trescientas en España»

 

Parece que es verdad, que nuestra vida ha cambiado, que debemos convivir con un ser insignificante que puede multiplicarse silenciosamente en nuestros pulmones; hasta provocar, por un solidario instinto de supervivencia, la más cruda y parsimoniosa asfixia. Viven los invisibles y mueren los seres queridos. Se tiñen de negro las cortinas cotidianas de los días de la semana. Los fines de semana solo son el comienzo de una nueva tragedia. ¿Hasta cuándo va a seguir esto? ¿Es que no están trabajando las farmacéuticas? Se escuchan noticias de una posible vacuna pero los ensayos están ralentizados por sus propios plazos. Paciencia ante el cataclismo.

Estamos tan sumidos en la tecnología que esta, a través de un sencillo algoritmo digital, ha absorbido la pasión incombustible del brío humano para transformarla en un número decimal. Son las décimas de fiebre de los moribundos pacientes las que ponen fin a una vida de esfuerzo marcada por el injusto azar. No hay justicia, ni divina ni social, solo hechos que marcan con sangre los trazos de la inestable existencia.

Respiramos a través de una mascarilla, camuflado nuestro olfato y oculto el gusto, esquivando la fragancia de La Parca. Nos meten en la cabeza que el riesgo es extremo; lo damos por hecho. Creemos a pies juntillas unas órdenes sutiles que a la vez, son cambiantes. La OMS donde dice digo, dijo Diego. Y en el mundo, al margen de las teorías conspiratorias y de las lógicas cábalas de una población expuesta, cientos de Diegos siguen muriendo. No está en las manos de los trabajadores detener aquello que escapa a los medios de los que disponen, así que solo pueden confiar en el éxito farmacéutico. Un éxito raudo pero, como siempre, marcado por el dinero.

Como telón de fondo, las monedas bailan felices, pasando de una mano a otra, de país en país y a veces, también en la sombra, entre cuentas corrientes que no existen. No es corriente ignorar el poder del dinero, aunque tampoco lo es renunciar a su infame legado. La economía permite que las personas puedan alimentarse, pero solo lo hace porque hemos acatado que este es el único sistema de supervivencia. Un sistema recalentado, cargado de mentiras y de corrupción, con aroma a egoísmo y de color gris. Tan gris, que llueve diariamente en los corazones de los demócratas valientes, al comprobar que, pese a su esfuerzo, hay cosas que jamás dependerán de ellos.

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¿EL CONSUMISMO NOS DA FELICIDAD?

¿EL CONSUMISMO NOS DA FELICIDAD?

¿El consumismo

nos da la

felicidad?

Por Yolanda Mármol

LLENAR UN VACÍO

Siempre que se acercan las fechas navideñas se me dispara mi espíritu filosófico y me hago más preguntas que nunca, y una de ellas que ya hace muchísimo tiempo que me hago –y estoy segura que muchos de vosotros también- es si el consumismo nos da felicidad.

Vivimos en la era y en una sociedad del consumismo, de adquirir bienes, de acumular cosas, en definitiva de tener y tener, y aun teniéndolo claro, ya se encargan las empresas publicitarias de recordárnoslo de forma inconsciente a través de los medios de comunicación.

Pero también habremos experimentado la posterior bajada de energía, aquella “resaca mental” y esa sensación de vacío una vez adquirido lo deseado.

Hace unos días leí que se había hecho un experimento científico con familias a las cuales se les repartía unas hojas de trabajo con un listado de cuestiones y preguntas; entre dichas cuestiones figuraban enumerar las razones por las que adquirían productos innecesarios y, entre varias preguntas, figuraba la siguiente: “¿por qué gasto?”

¿Quién no ha experimentado un subidón de energía y “supuesta felicidad” tras ir de compras y adquirir aquello que más deseaba?

La mayoría de ellos respondió que solían comprar más cosas cuando su estado de ánimo era bajo, y deseaban productos innecesarios para sentirse aceptados por el grupo.

Sobre la pregunta de por qué gastaban dinero, -costó a priori llegar al quid de la cuestión- la mayoría de ellos afirmó que con frecuencia gastaban el dinero para “llenar un vacío”.

Estas dos conclusiones del experimento científico arriba mencionado, me hizo pensar mucho. En realidad pues, a diferencia de lo que a priori creemos, solemos gastar más no porque estemos contentos o celebrando algo, sino cuando más tristes o decaídos estamos.

Y la otra conclusión, si gastamos el dinero en productos innecesarios para ser aceptados por el grupo, realmente no compramos porque nos apetezca de verdad un producto, sino como una obligación impuesta desde fuera, para que nos acepten por lo que tenemos no por lo que somos. Y, aunque nos duela, tenemos que reconocer que aún impera en nuestra sociedad aquel dicho que reza: “tanto tienes tanto vales”

Si compramos para ser aceptados y gastamos más cuando estamos triste, la pregunta con la que abro el post, ya habréis adivinado y respondido, que el consumismo no da la felicidad.

Es más, uno de los resultados más sorprendentes de dicha investigación científica, es que se observó una fuerte correlación entre materialismo y un aumento de casos de depresión y ansiedad. Alarmante, ¿verdad?

Todo esto me lleva a cuestionarme todos aquellos “valores” que nos han hecho creer la sociedad, la educación y un largo etcétera sobre la supuesta “felicidad”. Tal vez, necesitamos trazar el camino inverso, y a poner en primer orden otro tipo de valores que a largo plazo nos lleven a la ansiedad felicidad. Porque lo que está claro que hemos recorrido muchos caminos que nos han llevado a destinos equivocados, tal como reza la frase de François-René de Chateaubriand: “La verdadera felicidad cuesta poco; si es cara, no es de buena clase.

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Bolsita de té: El arte de ser consciente

Bolsita de té: El arte de ser consciente

Bolsita de té:

El arte de ser consciente

Por Laura Bautista Solís

Verano,

era la primera palabra que buscaba escribir ante la ausencia.

¡¿Ausencia?!

te cuestionarás, sin embargo; no percibes que tienes esa incertidumbre; en ocasiones te encuentras pensativo, atormentado o feliz, pero no te das cuenta de que se requiere reposar, ¡como una bolsita de té!

¿Por qué?, porque sólo se coloca y se deja reposar en una taza, la retiras y la vuelves a sumergir, ¡justo ahí!, notarás que se desprende una esencia muy especial, ¡te inspirará en tu paladar o en tu mirar!

 

¿Para qué disfrutar de una taza de té?, tiene la particularidad de relajarte, mantener la concentración, conectarte contigo mismo, además de ser una bebida natural que tiene efectos antiinflamatorios en el organismo, ¡permítete disfrutarlo!

¡No temas a los cambios!, ¡sé cómo una bolsita de té!, exprime la esencia interna que tienes y crearás una conexión con tu entorno, ¡el cambio viene de dentro!, si te sientes asfixiado, ¡busca tu paz! a través de fotos, libros, frases, miradas, sonrisas, charlas y personas, todo lo que realmente te inspire a tener un pensamiento diferente, ¡acompañado de una bolsita de té!

 

La sociedad, se ha olvidado de disfrutar la naturaleza, tocando una hoja y percibiendo el olor a petricor que desprende la tierra, al ver cómo caen las gotas de lluvia.

Te sugiero que vayas a un lugar lejos de la ciudad y te adentres a un bosque o jardín, ¡cierra los ojos!, siente cómo la tranquilidad inspira, ¡presta atención!, a los olores que hipnotizan con la esencia de ese lugar, ¡mantén tus oídos alerta!, siente como el vaivén del aire pasa sobre tu rostro y manos, ¡escucha! el cantar de los pájaros y ¡no temas! del roedor haciendo ruido entre las hojas, o si comienza a llover ¡sólo escucha y siente!.

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San Valentín, el santo del amor

San Valentín, el santo del amor

San Valentín,

el santo del

amor

Por Cristina Martínez Martín

¿CONOCES SU HISTORIA?

Valentín fue un sacerdote que, en Roma, en el siglo III de nuestra era, celebraba matrimonios de jóvenes enamorados en contra de la prohibición del emperador, por lo que fue condenado a muerte.

Se pierde en los flecos de la historia desde cuando se celebra el día de los enamorados en honor a Valentín…

A los avisados comerciantes especialistas en vendernos sueños, les interesa
transformar el poema, con el que se pretendía mostrar una vez más el amor de cada día a la persona amada, en un regalo.

Un regalo significa caja. Y ahora, en tiempos de la pandemia, cualquier caja es bienvenida. Ese regalo fue pasando con el tiempo de un detalle a una flor, de flores a objetos codiciados, y en último lugar a joyas en función del poder adquisitivo de la pareja…

Ahora que la pandemia ha transformado nuestro mundo y nos fuerza a cambiar y a modificar los valores de usar y tirar de los que nos servíamos antes, forzándonos a la reflexión…

En un principio y como decía mi padre: quien está enamorado, lo está todos los días del año y no sólo el día de san Valentín, y demostrarlo a la pareja es un trabajo cotidiano a veces bien duro, imposible de evaluar materialmente, aunque siempre recompensado, no ya porque el otro lo devuelva sino porque generar amor enriquece a quien ama…

 

Llenar de contenido material un sentimiento romántico y espiritual como el amor es contradictorio, pero vivimos muchas contradicciones en nuestras vidas, y los
comerciantes me maldecirán por sacar a colación semejantes reflexiones en estos tiempos…

Ahora que estamos de nuevo apreciando lo que tenemos sin desear con avaricia todo lo que la publicidad se esfuerza por hacernos desear…
Ahora que comprendemos al fin que, con nuestra fiebre enceguecida y consumista, nos estábamos cargando el planeta, nuestro medio ambiente, nuestros recursos naturales, el agua, el mar, a todos los seres vivos, y hasta el aire que respiramos… más pierde sentido.

Ahora que nos encontramos en la prisión del confinamiento, es cuando tenemos la oportunidad de aprender de nuestros errores, y apreciar lo que de verdad cuenta en nuestras vidas. Y el amor, ese amor del que hablan los poetas y que nos hace trascender nuestros egoísmos para transformarnos en seres generosos, no tiene valor material. Ahora bien, sin él nos sentimos profundamente desgraciados y desvalidos, pues sin él todo lo demás pierde sentido.

 

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