Elisabeth Marín, una mujer que vuela alto

Elisabeth Marín, una mujer que vuela alto

Elisabeth Marín

Entrevista

UNA MUJER QUE VUELTA ALTO

Por Mar Cantero

Nunca se me había pasado por la cabeza ser piloto. No tengo a nadie en la familia que se dedique al mundo aeronáutico, pero es cierto que siempre me ha encantado viajar y al subirme a los aviones cuando pasas por el Cockpit (cabina de pilotos) ¡me quedaba mirando alucinada!

Elisabeth Marín vive a las afueras de Barcelona, su ciudad natal, cerca del Aeropuerto de Sabadell, donde pasa la mayor parte de su tiempo. Recuerda perfectamente el día en que cambió su vida para siempre, el mismo día en que se dio cuenta de que quería ser piloto. A pesar de no ser fácil conseguirlo para una mujer, ha alcanzado su sueño y sigue volando cada vez más alto en el cielo y en la tierra.

1. ¿Cuándo y cómo lo descubriste? Fue el 17 de Agosto del 2015, realizando el take off en uno de los aviones internos camino Bombay me encontraba, justo en la Terminal 2, Chatrapati Shivaji International Airport, Mumbai, La India. Fue justo al bajar del avión cuando, de repente, esperando el cambio de chárter, aparecieron una Comandante y la copiloto, ambas mujeres. Entonces, mi cabeza comenzó a divagar, sin poder dejar de mirarlas, observándolas, no dejaba de seguirlas con la mirada, mientras mi mente se sumergia en un baile de ideas, mezcladas con incertidumbre y pasión. Ese día, ese gran día, hizo que mi vida cambiara de rumbo 360 grados.

2. ¿Tuviste miedo o sentiste desconfianza? A mis 29 años, después de dedicarle toda mi vida al deporte, tanto personal, educacional, y profesionalmente, alcanzando todas mis metas, objetivos y proyectos propuestos, llegando incluso a asumir la gestión de un Club, decidí dar el paso y lanzarme a cumplir un sueño, un reto, una pasión oculta que no había salido a luz hasta ese momento, pero que lo hizo con una fuerza que se convertiría en imparable!

 

 3. ¿Cuál fue el primer paso hacia tu sueño? Empecé a indagar por internet escuelas aquí en Barcelona, todas ellas privadas (no hay otra opción), me decanté por el aeropuerto de Sabadell, dejando toda mi vida anterior en “standby”, evidentemente el deporte hoy por hoy forma parte de mis hobbies, ya que indudablemente me corre por las venas, sigue siendo una buena terapia tanto mental como física…

4. Imagino que no fue fácil… Me adentré a fondo en el tema de la aviación, todo mi mundo empezó a girar en torno a eso, pues dicen que si algo quieres toca esforzarse y de alguna manera aconsejan que proyectes, visualices, «te obsesiones» (sanamente hablando), y más si tus recursos económicos son limitados como era en mi caso, pues contaba con algunos ahorros de los anteriores trabajos, pero no los suficientes como para hacer un único gran pago. A la vez, fui cursando la parte práctica, sin duda la más emocionante, desde el primer mes ya te suben como piloto al avión, al lado de tu instructor (reza para que te toque uno enrollado).

 

Hay que ser firme con lo que uno desea si realmente piensa que vale la pena.

Vida sólo hay una e independientemente que para unos sea más corta y para otros más larga,

¡sigue siendo UNA!

5. ¿Qué sentiste la primera vez que volaste al mando de un avión? No olvidaré jamás mi primer vuelo, estaba súper nerviosa, ansiosa, con la adrenalina por las nubes, ¡iba a sentarme a los mandos! Es la mejor emoción que uno pueda experimentar, os lo  aseguro, el momento del despegue, cuando ves que segundo a segundo se hace todo diminuto, cuando puedes observar que tienes el mundo a tus pies, cuando miras al frente y sólo hay cielo, nubes… Cuando sientes tus manos y lo estás manejando tú, eso es poder! Nunca mejor descrito, la sensación es única. El estar ahí arriba me evadía de todo, sólo pensaba en ese preciso instante, era pura concentración, no existía nada más, y cuando estaba en tierra sólo contaba las horas que quedaban para volver a estar ahí arriba, sustentándome con la aeronave.

6. ¿Te apoyaron las personas de tu entorno? No ha sido tarea fácil para mí, empezando porque tenía que lidiar cada día con la opinión de mi familia, no entendían el porqué mi decisión de dejarlo todo y volcarme 100% en algo que no me daba seguridad de que saliera bien, no les parecía razonable cómo podía estar gastándome un dineral en estudiar algo que después no sabes si te vas a posicionar, pues vienen de una mentalidad de otra generación. Al principio esa situación me incomodó bastante, me generaba estrés, mal estar, por mucho que intentara hablar con ellos, convencerles, no había manera, era discusión tras discusión, chocarse contra un muro kilométrico indestructible, me iba tan triste a volar, no tenía apoyo, ni escuchaba en ningún momento – ¡Buen vuelo, ya nos contarás como te ha ido! ¿Te ha gustado? ¿Qué has sentido? Cuéntanoslo todo – Pues no, ni la mínima curiosidad… Sólo oía frases como – Estás loca, no lo vas a hacer, lo vas a dejar, no vas a encontrar trabajo de ello, es muy caro, nosotros no te ayudaremos, se estrellan avionetas cada dos por tres… Así que decidí ser lo más empática posible y tomármelo de otra manera. Con el paso del tiempo, poco a poco, al observar que era perspicaz, constante y que no iba a dejarlo, fueron abriendo su coraza e interesándose.  Sí que es cierto que por otro lado tenía palabras positivas, entonces me agarraba a ellas como un clavo ardiente…

 

Cuando vuelas te das cuenta de que realmente no somos nada pero a la vez somos tan grandes, podemos hacer tantas cosas magníficas…

7Iba pasando el tiempo, todo evolucionaba a mejor, mi familia más tranquila, con un punto de apoyo agradable, exámenes aprobados, sumando horas de vuelo con instructor hasta que te sueltan, lo llaman «el día de la suelta». Cuando ya llevas «X» horas de vuelo y tu supervisor cree que estás preparada para volar sola… ¡A despegar! Ojalá pudiese explicaros con palabras lo que sentí, sólo sé que en el take off, a unos 1000ft (pies) de la pista empecé a llorar de felicidad, y al finalizar el landing (aterrizaje), bajé del avión y vas tan hinchado de superioridad personal que no cabes ni por las puertas.

7. ¿Cuáles son tus planes en un futuro inmediato? No me puedo conformar con la licencia de Piloto Privado, quiero llegar al ATPL para llevar aviones comerciales (aerolíneas), así que disfrutaré una temporada volando con aeronaves y continuaré creciendo.

8.  ¿Has sufrido algún tipo de discriminacion en el camino por ser mujer? No, pero cuando iba a clase podía observar que de cada 25/30 alumnos varones había una mujer, y de ahí este proyecto, para darle un poquito de hincapié y fe al sector femenino que no se acaba de decidir!

9. ¿Qué consejo darías a otras mujeres que quieren alcanzar sus sueños? Que jamás os rindáis ante la adversidad, aunque escuchéis mil críticas negativas, mirar hacía vuestro interior y luchar, ya que todo lo que esté hecho desde el corazón y con esfuerzo habrá valido la pena. Siempre habrá personas que crean y depositen su apoyo y confianza en vosotros, quedaros con eso. Pero lo más importante, y esto tenerlo muy claro, no es llegar a la meta lo más rápido posible, sino disfrutar del camino, de lo que estás haciendo en cada instante, de la sabiduría y experiencia que estás adquiriendo porque eso, exactamente eso, es lo que nos nutre y nos desarrolla positiva y evolutivamente. Chicas ánimo, del arrepentimiento siempre estáis a tiempo y podéis retroceder, de probarlo e intentarlo, no. Pues conlleva un estado físico, mental y psicológico muy severo del cuál evidentemente la edad suele influir.

   

HAY PERSONAS QUE TE SALVAN Y REGALOS MÁGICOS E INCREIBLES QUE TE INSPIRAN…

«NO SE EQUIVOCA EL PÁJARO QUE ENSAYA EL PRIMER VUELO Y CAE AL SUELO,

SE EQUIVOCA AQUEL QUE POR MIEDO A CAER,

RENUNCIA A VOLAR PERMANECIENDO EN EL NIDO»

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MENTES ABIERTAS

UNA NOCHE PRECIOSA PARA VOLAR, Mar Cantero

UNA NOCHE PRECIOSA PARA VOLAR, Mar Cantero

UNA NOCHE

PRECIOSA

PARA VOLAR

Editorial Edhasa   

NARRATIVAS CONTEMPORÁNEAS

Mar Cantero

Una novela que hará

volar tus sueños…

 

1939. Laia quiere ser piloto, pero no es fácil conseguirlo en la España de posguerra. Acompañará a su marido a Londres para ser piloto de la RAF durante la segunda guerra mundial. Y allí todo cambiará, pues, a la pasión de volar, en una Inglaterra mucho más moderna que el Madrid que abandona, se le sumará una nueva pasión. Tendrá que decidir entonces entre hacer lo que le exige su familia o convertirse en la heroína que puede llegar a ser.

2018. Tras la muerte de su pareja, Charlotte regresa a su Barcelona natal para ser piloto del jet privado de un coleccionista de arte. Este nuevo trabajo le permitirá conocer países y culturas diferentes, y también se verá sorprendida por un nuevo amor, pero ni la relación ni los viajes estarán exentos de peligros… Deberá decidir si está dispuesta a asumir los riesgos, al tiempo que se enfrenta a un pasado cuyos secretos ya no pueden permanecer ocultos.

1965. Abigail se ha educado rodeada de aviones, cerca de la base aérea de Torrejón de Ardoz. Quiere volar, y también descubrir esa revolución que sacude el mundo y que ya se percibe en la España de la dictadura: los comienzos de la época hippy. Alejada de todo lo que conoce, en Ibiza conocerá el amor, y de ahí, partirá a EE UU, donde asistirá al festival de Woodstock mientras el hombre pisa la luna… Pero sueños y destino confluirán y, a su vuelta, ya nunca será la misma.

     Mar Cantero,

con brillante estilo y profunda delicadeza con los sentimientos del ser humano, nos regala una historia conmovedora que recorre el siglo xx sobre la valentía de las mujeres, inspirada en las primeras aviadoras españolas, envuelta en aventuras, amores y esperanzas de futuro en momentos difíciles de la historia femenina.

Tres mujeres, tres historias y tres momentos.

Y un único sueño: volar.

PRÓXIMAS FIRMAS

Mar Cantero, nacida en Madrid, es escritora y coach personal y creativa. Estudió en la Escuela de Letras de Madrid y realizó estudios de Historia en la UNED. En la actualidad, es colaboradora habitual en las revistas MÍA, Objetivo Bienestar y Cultivar Salud, y directora de la revista Mentes abiertas (www.mentesabiertas.es). Ha publicado, además, numerosos artículos en Cosmopolitan, Psicología Práctica, Piensa es gratis (de Joaquín Lorente), Mente Sana (de Jorge Bucay), Integral y otras revistas.

Como escritora, ha publicado novela histórica, romántica, de humor, novela negra, y también libros de autoayuda. Entre sus obras destacan El árbol de los pájaros alegres (Finalista Premio Ellas), Los viernes, el paro duerme (Finalista Premio Ateneo Joven de Sevilla), La vida es fácil si sabes simplificar (Zenith), Las chicas del club de Belly Dance, Reset Love, La viajera de la felicidad, El matarratas y El tatuaje. También ha publicado sobre los cursos que imparte: Escribe para ser felizEl viaje de las palabras y Las palabras viajeras. Algunos de sus libros se han publicado en otros idiomas y países. 

Tiene varios premios en su haber, como el Finalista en el Certamen Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid; el III Premio de relatos de mujeres Igualdad del Ayuntamiento de Castellón de la Plana; 2ª Finalista en el premio Paraules D’Adriana; un accésit en el XXV Certamen Nacional de Cuentos Jose María Franco Delgado, seleccionada en el Premio literario Internacional Max Aub, en el Premio literario Internacional La Felguera y en el VIII Concurso de Relatos de Mujer.

Con su última novela, Los mares del alba (Ediciones B, 2017), alcanzó el éxito de crítica y ventas.

Mirar para otro lado, Cristina Martínez

Mirar para otro lado, Cristina Martínez

LAS MUJERES DE AFGANISTÁN,

MIRAR PARA OTRO LADO

 

Por Cristina Martínez 

En la actualidad, es evidente que las diferencias biológicas no tienen nada que ver con las diferencias intelectuales. No obstante, en medio mundo se niega esa evidencia y se considera a las mujeres seres inferiores. Hablo de la mayoría de los países musulmanes y en concreto de Afganistán.

Parece que hablamos de marcianos y, sin embargo, los tenemos muy cerca.  Lamentamos esa situación, pero no hacemos nada al respecto…  ¿Y qué podemos hacer?, me preguntan. Debemos movilizarnos con todos los medios a nuestro alcance, les respondo, para denunciar esa aberración, y evitar que se normalice ese país a nivel político y económico.

Aunque en general las religiones han tratado siempre mal a las mujeres y salvo honrosas excepciones, no les han dejado sitio, en el pasado, la musulmana era una religión tolerante con las mujeres.  Hoy en día, sin embargo, prima en ella la intolerancia, el fanatismo, y el sometimiento de la mujer hacia la esclavitud.

Lo alarmante es que seamos las mujeres de mi generación, quienes tuvimos que luchar a brazo partido para hacernos hueco en una sociedad de hombres, quienes estemos reaccionando ahora frente a tal brutalidad e injusticia, mientras que las jóvenes herederas nuestras permanecen calladas e inertes.  

 

El deseo de estudiar y aprender es consustancial al ser humano, pero hoy se les niega a las afganas.  ¿Y si fuera al revés?  Que fueran los hombres quienes tuvieran prohibido estudiar y aprender y hubieran de quedarse al cuidado del hogar y de los hijos, subordinados además al capricho de sus esposas.  ¿Y si para salir de casa tuvieran que hacerlo acompañados por alguna mujer de la familia?   Y, por supuesto, que no se les ocurriera mirar a ninguna otra mujer, porque eso conllevaría un castigo terrible, incluso la muerte.  ¿Qué pasaría si una simple acusación de  su mujer, harta de él, o tal vez con idea de sustituirlo por otro, bastase para que le pegasen un tiro en la cabeza en plena calle y sin juicio previo?

La sororidad, hermanas, es algo que está por encima de las distancias geográficas y de las diferencias sociales y culturales.  La sororidad es algo que nos engloba a todas.  Todas pertenecemos a ese género maltratado durante siglos y, si no reaccionamos y nos solidarizamos con las afganas haciendo todo lo posible por ayudarlas, pronto nos tocará a todas llorar y arrepentirnos de haber mirado para otro lado…

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Nosotras… Las mujeres de hoy

Nosotras… Las mujeres de hoy

Nosotras…                   

Las mujeres de hoy

Por Cristina Martínez Martín

Nosotras, las mujeres, las hijas del baby boom,

que rompimos el techo de cristal que aprisionó la vida de nuestras madres,

y no seguimos su ejemplo…

 

Nosotras, que, alentadas unas veces en el vuelo por ellas, y coartadas otras veces por su miedo, nos lanzamos al vacío de un horizonte desconocido, y perdimos muchas veces el rumbo, y tropezamos, nos caímos, y nos destrozamos en los adoquines de la calle…

Nosotras que tuvimos que volver a levantarnos maltrechas, una y otra vez, con la mirada al frente… 

Nosotras, que tuvimos la dicha de poder estudiar, formarnos, y luego trabajar fuera de casa y ganar nuestro medio de vida, en tanto cargábamos con las labores del hogar y la crianza de los hijos, posponiendo la ambición profesional a la personal, pero sin perder nunca de vista esa igualdad soñada, ansiada, y ganada a pulso…

 

Nosotras que tanto batallamos para que nuestros hijos e hijas tuvieran el camino allanado hacia una sociedad menos trabajosa e injusta; una sociedad en la que hombres y mujeres sobre un pie de igualdad construirían un mundo mejor;  un mundo en el que conjugar el verbo amar no significara o él o yo…

Nosotras que nos quisimos tanto y unimos por primera vez en la historia nuestras voces para hacer Historia, y dejar de ser el mueble arrumbado, la madre sacrificada, o la amante escondida, y poder labrarnos biografías inconformistas y ser dueñas de nuestro destino…

Nosotras que nunca quisimos ocupar espacios de poder a costa de comportarnos como hombres, y aspiramos a vernos reflejadas en mujeres como Merkel, que está donde está no por ser la esposa de, si no por su esfuerzo y sus propios méritos, así como otras nuevas mandatarias de diversos países y hoy Kamala Harris… 

Nosotras, que tanto sacrificamos en nuestras vidas, no podemos mirar ahora impasibles cómo se pierden esos logros, ni aplaudir que se nos coloque en un lugar de poder por el mérito de nuestras parejas, ni tampoco debemos admitir ser el vientre reproductor de los que sólo pretenden con su ideología medieval recuperar la soberanía masculina, y aplastar las libertades conseguidas por las mujeres occidentales con tanto esfuerzo…

Nosotras, que nos acercamos al final del camino cual navíos destrozados en los acantilados de la vida, no podemos celebrar ciertos comportamientos ni callarnos, porque eso sería traicionar todo aquello por lo que hemos combatido toda nuestra existencia…

 

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Mujeres médicas en Grecia y Roma clásicas

Mujeres médicas en Grecia y Roma clásicas

Mujeres médicas en Grecia y Roma

 

Por Lola Montalvo

LA SITUACIÓN DE LA MEDICINA FEMENINA

EN ESTAS DOS CULTURAS

Vamos a conocer unas cuantas mujeres y cómo consiguieron llegar a desempeñar como médicas, pero antes voy a exponer a grandes rasgos cómo era la situación de las mujeres en estas dos culturas. 

A la gran mayoría les resultan conocidos personajes de la antigüedad relacionados con la medicina como Esculapio, o médicos como Hipócrates, Antonio Musa—médico de Tarraco de origen griego que atendió a Augusto— o Galeno —figura histórica de origen griego que ejerció la medicina durante el s. II d.C.—. Como casi todas las ramas de la ciencia, la medicina avanzó a base de logros de hombres sabios que dejaron plasmados en escritos sus conocimientos y rudimentarias investigaciones. Pero pocos saben que también hubo mujeres, muy pocas en relación con ellos, que, luchando contra el androcentrismo dominante, entendido éste como el considerar al hombre, lo masculino y la masculinidad como medida y referente de todas las cosas y única fuente de sabiduría y autoridad, llegaron a ser médicas y generaron un aporte al conocimiento general, escribieron tratados y pusieron su granito de arena para que la medicina llegara a ser lo que es hoy día. Vamos a conocer unas cuantas mujeres y cómo consiguieron llegar a desempeñar como médicas, pero antes voy a exponer a grandes rasgos cómo era la situación de las mujeres en estas dos culturas.

Las mujeres recibían un tratamiento familiar diferente nada más nacer, una formación distinta de los hombres, no tenían personalidad jurídica propia ni tenían los mismos derechos públicos y sociales que los hombres. En Roma estaban sujetas al pater familias, figura masculina familiar que sustentaba la tutela sobre la mujer, tanto si estaba soltera o viuda —padre, hermano, tío…— como casada —esposo, hijo—. Eran, en cierto modo, una posesión más de los hombres de la familia.

Aún con esta situación de invisibilidad social de la mujer en la Antigüedad clásica, encontramos magníficos ejemplos de mujeres que se saltaron estas restricciones, tanto en su vida personal como en su papel social y cultural. Las vidas y obras de mujeres con gran poder político y social como Cornelia o Livia nos han llegado hasta nuestro días, casi esquivando los brillos omniscientes de los hombres, muy celosos de su poder y de su valimiento sobre las mujeres. No olvidemos que a las mujeres no se las consideraba como un igual, dado que ellas no tenían personalidad jurídica. El poder masculino en el que se veían inmersas estas «mujeres extraordinarias» debía ser tan enorme que su osadía al destacar no se cuestionó; incluso, estas mujeres pudieron ser consideradas dignas de admiración, como vemos que sucedió con Cornelia y Livia. Pero ellas fueron casos particulares, nunca un inicio de ningún cambio hacia la igualdad, tal como la entendemos hoy día.

El mundo clásico era androcentrista: lo masculino-el hombre como medida y referente de todo; la mujer estaba supeditada al hombre y limitada al ámbito doméstico, con una función muy determinada, pero, aun así, como se expresó más arriba, hubo mujeres que pudieron saltarse las barreras impuestas por este mundo que pivotaba solo alrededor de los hombres y pudieron apoderarse de un papel decisivo y decisorio, por lo menos en lo referente a su profesión y su vida. Conozcamos a algunas de estas mujeres extraordinarias que se saltaron las normas llegando a ser médicas en Grecia y Roma.

PHANOSTRATE de Acharnai en Atica

Algunos autores la consideran a ella y no a Agnódice la primera mujer médica. Vivió en Ática en el 350 a.C., tiempo por delante de Agnódice, que debió vivir en el último tercio del siglo IV a.C. Phanostrate era de Milete; no se sabe su origen ni la condición de su familia, solo se sabe que se dedicaba a «salvar vidas». En Acharnai que es la actual Menidi, se han localizado dos estelas de mármol y otra en Acrópolis en las que se muestra dedicatorias votivas agradeciendo la atención médica recibida. Atendía sobre todo a mujeres y niños y su nivel profesional era tal que se hacía asistir de ayudantes.

La mujer en Grecia y Roma antiguas

A grandes rasgos, en ambas culturas las mujeres cumplían un papel social distinto al del hombre, generalmente ligado al ámbito doméstico y familiar. En la vida íntima del hogar las mujeres tenían casi plena libertad de acción, pero fuera de las paredes caseras no tenían protagonismo social ni personalidad jurídica alguna, en la gran mayoría de los casos. En Atenas las mujeres libres de buena posición recibían una formación más que adecuada en literatura y música, su función y meta social lo constituían el matrimonio y la maternidad y llegarían a ser fundamentales en la educación de los hijos varones durante su infancia. La función más significativa de estas mujeres en la Antigüedad clásica, tanto griegas como romanas, era la de ser buenas madres

Es necesario indicar que las mujeres grecolatinas que más se conocen hoy día son las que presentaban un estatus social elevado, un nivel de vida acomodado, con familiares varones de cierta importancia político-militar, mujeres que pudieran estar asociadas de alguna forma a hombres famosos o ilustres. De las mujeres humildes y de las esclavas poco o nada ha llegado hasta nuestro días, salvo por referencias indirectas.

AGNÓDICE o Agnodike de Atenas:
Otros nombres: Hagnódica.

Esta mujer se encuentra entre la realidad y la leyenda, aunque muchos autores la consideran un personaje real. De hecho, se la considera la primera mujer médica-ginecóloga de la Historia. El primer dato que tenemos de su existencia es en la Fábula 174 del autor latino Higinio, en el siglo I a.C.

Se supone que vivió en Atenas alrededor del siglo IV a.C. (año 300 a.C.) era hija de una familia acomodada de su ciudad. Su existencia debía quedar reducida a lo que se imponía en esos años: vida hogareña y ser esposa y madre. Las chicas en esa época tenían cierta formación cultural y formal pero muy limitada.

En la época de Hipócrates se vetó el acceso de las mujeres a conocimientos médicos, a poder estudiar para actuar como parteras, dado que se les acusó de que practicaban abortos, por lo que se prohibió a las mujeres que practicaran la medicina bajo amenaza de condena a pena capital, a muerte.

Agnódice se rebeló contra esta decisión injusta; ella quería aprender medicina y cuidar de las mujeres que morían con demasiada frecuencia en los partos dado que no eran visitadas por los médicos hombres. Ella quería ayudarlas. Con la ayuda de su padre se disfrazó de hombre: se cortó el cabello, se vistió con ropas masculinas y se fue a Egipto, concretamente a Alejandría, a estudiar con un famoso médico de esa época, Herófilo de Calcedonia. Terminó sus estudios como una de las mejores estudiantes entre sus compañeros.

De regreso a Atenas ejerció su profesión aún escondida como hombre. Alguna mujer se negó al inicio de los síntomas del parto a que le atendiera un hombre y ella no tuvo reparos en de forma discreta a compartir su secreto con esas mujeres y ganarse su confianza. Su fama como ginecóloga y como médico de mérito no tardó en correr por toda la ciudad lo que levantó las envidias de los colegas hombres que no dudaron en acusar a ese «misterioso médico ginecólogo» de abusar de sus pacientes e incluso de violar a alguna de las mujeres que atendía. Ante un tribunal Agnódice se defendió de estas acusaciones falsas y recurrió al extremo de desnudarse ante los jueces para demostrar que esos delitos eran mentira. Pero, el ser mujer y médica también estaba condenado con la muerte. Ante esta sentencia las mujeres de la ciudad se lanzaron a la calle en masa manifestándose en contra de tal injusticia, dado que Agnódice había salvado muchas vidas, de esas mujeres y de sus hijos, esposas e hijos de esos hombres que la condenaban.

Agnódice se libró de su condena. Se le permitió ejercer su ciencia, pero solo podía atender mujeres. La ley tuvo que ser modificada para que las mujeres pudieran, a partir de ese momento, acceder a los estudios de medicina.

METILIA DONATA

Fue una médica de origen romano. Se conserva de ella un rico monumento funerario encontrado en Lion. Se la supone una mujer de alta clase social y que hubiera podido ejercer la medicina en la casa imperial, como médica de la corte.

IULIA SATURNINA

Esta médica romana ejerció su ciencia en Hispania en el siglo II d.C., concretamente se la ubica en Emerita Augusta, la actual Mérida, que en esos años era la capital de la provincia Lusitania. Se la supone ciudadana romana con origen en las clases populares; se conoce el nombre de su esposo, Casio Filipo que fue quien erigió la estela que nos ha quedado de ella y donde se indica su profesión y falleció a la edad de cuarenta y cinco años.

  • Otras médicas de origen romano: Primilia, Empiria, Naevia Clara…

NTIOQUIS DE TLOS

A esta médica la encontramos referida en diversos textos posteriores a su época, como en uno de los manuales de Claudio Galeno (siglo II d.C) en el que habla de Antioquis de Tlos, médica que vivió y ejerció en el siglo I a.C. en la ciudad de Licia. Era hija del médico Diodoto; llegó a alcanzar gran fama en su ciudad de tal forma que sus ciudadanos por suscrición pública erigieron una estatua en su honor. Otros textos, sin embargo, indican que había hecho erigir su estatua ella misma, lo que prueba, además, que se trataba de una mujer libre y rica.
MARGARETA
Reconocida cirujana «who had an inusual appointment as an army surgeon» es decir, que había sido nombrada cirujana del ejército de forma inusual. Es curioso que de esta médica no haya encontrado nada más…
METRODORA
Esta médica de origen griego vivió en Roma, entre los siglo I-II d.C.; otros textos, sin embargo, afirman que vivió entre los siglos III y IV. Como se puede comprobar se conoce poco de ella, salvo que fue la autora del escrito-tratado médico más antiguo conocido que fuera escrito por una mujer médica. De título «Sobre las enfermedades y los cuidados de la mujeres». Este tratado abarca muchas áreas de la medicina como es la ginecología —enfermedades del útero y mama, concepción—, en una época en la que la salud de la mujer quedaba reducida casi exclusivamente al parto. Este tratado fue ampliamente referenciado y traducido en la Grecia y Roma antiguas, llegando como texto importante hasta la Edad Media. También se la considera la primera médica que identificó la anorexia nerviosa como un problema de salud de su época.
Otras médicas de origen griego: Origenia, Cleopatra, Aspasia…

Esto es todo; este artículo es solo una pequeñísima muestra de la totalidad de médicas conocidas que ejercieron en Grecia y Roma clásicas durante siglos; y seguro que fueron muchas más de las que no han llegado noticias ni en textos ni en estelas o hitos de piedra. Abrirse camino en un mundo exclusivo de hombres debió ser una tarea ardua y complicada, con riesgo de ser condenadas de alguna forma o incluso de sufrir pena capital, como en los albores de la Grecia Clásica. Como se ha visto, casi todas las mujeres médicas ejercían como obstetras —obstetrix—, es decir, atendían en los partos, por razones lógicas: las mujeres, sobre todo las de clase más elevada no deseaban ser atendidas por hombres que, por regla general, no se ocupaban de los partos, dejando esta labor a las parteras y matronas. Algunas de estas mujeres, sin embargo, abarcaron más facetas del cuidado, de la medicina e, incluso, escribieron tratados que fueron copiados y considerados con respeto por médicos afamados como Galeno.

No se puede negar que ellas, las médicas de la Antigüedad clásica también generaron conocimiento, en su práctica diaria, en los tratados que escribieron, los cuidados que aportaron y que transmitieron generación a generación, de mujer a mujer. Ellas también ayudaron a generar conocimiento médico-científico y es justo que se conozca. Sirva este artículo para mostrar una breve reseña de lo que las mujeres médicas llevaron a cabo durante siglos.

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